Capitulo 5

4079 Words
El hielo quemaba mi piel, pero finalmente mi mejilla lucia normal. Tan normal como puede ser una mejilla morada, claro está. Pero, ya no se veía prominente, eso era algo. Pase el resto del día, sola leyendo, aprendiendo sobre el mundo de Cameron y Florencia. En las últimas páginas del diccionario habían unos cuadritos llamados banderas, habían muchísimas y una de ellas era de Italia. De dónde venía Florencia, y habían otras que asocie por los nombres que había escuchado mencionar a algunas Princesas. Deseaba saber cuál de todas era mía, a cual de ellas pertenecía. Me gustaba imaginar esas cosas, me gustaba la idea de pertenecer a un lugar. Siempre fui excluida. Ya sea por orden de Aidan, o por las mismas Princesas, nunca había pertenecido a ningún lugar, hasta ahora. Pensé en Cameron. Había algo en mi, quizás lo imaginaba, pero estaba segura de que pertenecía a su alrededor. Cuando estaba cerca de él, había fuerza dentro de mi. Quizás es porque me hacía hervir de ira con sus demandas y explicaciones cortas y sin sentidos. Si, debía ser eso. Su última demanda aún perturbaba mi mente, el tiempo se agotaba y ya se acercaba el anochecer. Las tijeras pesaban en mi mano, junto al extraño artefacto que tenía algodón en la punta. Recordé la forma en que Cameron se acercó a mi, su cuerpo irradiaba calor mientras el mío solo frío, sujeto mi cuello y echando el corto cabello hacia un lado, tomo un mechón pequeño y lo corto. Rápidamente lo introdujo en una bolsa de plástico, después procedió a indicarme que abriera la boca. -Haz justamente lo que estoy haciendo, Mía. Si necesitas ayuda, solo debes decir algo que así lo indique, e iré por ti. Después de darme esas instrucciones, paso el instrumento con el algodón por el interior de mis mejillas y nuevamente lo guardo en otra bolsa. -Bueno, estás lista. ¿Que frase quieres usar como código de seguridad? Pensé en algo fácil y que no delatara que no era tan torpe como parecía. -Las Princesas no lloran. Cameron me observo, sabía que deseaba preguntar el por qué de aquella frase, podía verlo en su rostro, pero no lo hizo. -De acuerdo, confío en ti. ¿Okey? Luego de eso se fue. Creí que dejaría las pequeñas bolsas, pero se las llevo. Seguramente las iba a desechar, o algo así. Cameron Joseph Kane, es un hombre extraño. Tenía que preguntarle a Florencia si él coleccionaba cabello. Eso sería muy raro, incluso para mí. Eso había sido hace horas. La habitación había pasado de estar iluminada por completo a irse sumergiendo en la oscuridad, al igual que yo lo haría. Si moría en esta travesía, lo haría feliz. Era momento de revelarme. Cómo si de una confirmación se tratase, la puerta se abrió y Florencia entro con un cigarrillo entre los labios, un vestido rojo en las manos y el cabello rojizo recogido en ondas, para soltarlos en la noche. -Tu hada madrina llegó, algo borracha, pero llegó. Antes que protestes, agradece que volví, y con respecto al alcohol, creeme que lo necesito para tolerar toda esta maldita locura. Sonreí, le debía una disculpa. Ojalá me hubiera quedado junto a ella está tarde. -Lamento lo de esta tarde, no debí reaccionar así. Le resto importancia con un gesto de la mano, y tomando una gran calada a su cigarrillo. El olor llenando nuestro pequeño agujero, que lindura. -Yo debí ser más comprensiva, si estuviera en tu lugar ya hubiera castrado a ese cabrón. Es solo que, me es difícil imaginarte como algo más que la niña dulce a la que ayudo a leer y asombro con mis locas historias. Sus palabras calentaron mi interior, me llenaron de felicidad que ella me viera de esa forma, pero esa apenas era una parte de mi. Esperaba que nunca me viera como el monstruo que era. Que curioso... Al final, soy un monstruo. -Bueno, manos a la obra.-siguio diciendo-.Hay que hacerte brillar, ya que irás al nido de víboras. Intenta mantenerte junto a mi, todo lo que puedas, Mía. Extendio el vestido sobre ella, haciendo poses de bailarina exótica mientras reía sin parar. Era obvio que le gustaba esto de vestir y arreglar, no por primera vez sentí curiosidad por saber cómo había terminado trabajando para Cameron. -Es un vestido muy bonito, me gusta Florencia, gracias. -Hoy serás una diosa, lo vamos a necesitar si queremos que Aidan se fije solo en ti hoy. Así que, nuestra arma secreta era un vestido. Bueno, era muy bonito debía admitirlo. Se sujetaba al cuello y era ajustado hasta la cintura, de allí en adelante tenía bastante vuelo en la falda que era corta. La espalda tenía una gran abertura en todo el medio, que llegaba a la cintura. No tenía adornos, y era una tela sin brillo, pero era realmente atractivo por su simpleza. Rojo sangre, pensé. Seguro que destacaré. No me gustaba destacar. Florencia se ensañó con mi cabello, por lo que perdió gran parte de nuestro tiempo volviendolo suave pero "salvaje", lo que significaba que mi corto cabello ahora tenía rizos sin fin, que para nuestra sorpresa se veían bien. Lo que más le llevo tiempo fue cubrir los moretones que estaban por todo mi cuerpo, con el vestido se iban a ver todos y no era lo ideal, para nuestro objetivo de la noche. Horas después, tenía base de maquillaje y corrector de ojeras bastante lejos de donde estaban mis ojeras, pero el resultado lo valía. Exteriormente, era todo una Princesa. Mientras yo esperaba a qué el maquillaje se asentará en mi piel, Florencia se dispuso a transformarse. Resaltando aún más su aura de peligro, utilizo un vestido n***o sin tirantes y completamente ajustado que combino con zapatos de suela roja. Con una gargantilla de diamantes atadas a la base de su cuello, y sus ojos oscuros ahumados, era una bomba sexy. -Comienzo a aburrirme de este color rojo-.dijo retocando sus rizos-.Quizas sea hora de ir por un tono plateado. Decidí que ya estaba lista para vestirme, así ignoraba los nervios crecientes en mi estómago y las ideas de mi autoproclamada "hada madrina". Hablando de eso... -Florencia, ¿Que es un "hada madrina"? Arqueando las cejas y con el lápiz labial suspendido a medio camino, encontró mi mirada atraves del espejo. -Chica, estás en serio dañada. Rodé los ojos, e intente no sentirme afectada por sus comentarios. -Vale Mía, perdona. Hagamos un trato, si todo sale bien hoy, te daré un regalo que te permitirá saber todo lo que quieras, pero solo será está noche. ¿Trato? -Sigues sin responder a mi pregunta. -Dios, chica. En el regalo que te daré, sabrás quien es el hada madrina y todo lo demás, lo aseguro. Ahora, ¿Aceptas o no? Últimamente lo desconocido no dejaba de llamar, y yo era incapaz de rechazar su llamado. -Acepto. Después de sonreírme, ambas nos dimos los toques finales. -No olvides llevar el collar que te di anoche, podría salvar tu vida. La mire interrogante, pero decidí que por hoy ya había adquirido demasiada información. Una vez vestida y con los labios rojos y brillantes, Florencia recibió la orden de Cameron, era tiempo de bajar. Toda mi vida se me prohibió el acceso a las estancias del Palacio en los días de fiestas. Durante el día podía limpiar, solo si era requerido y no podía escuchar música o ver en televisión en aquellas grandes pantallas. Aidan afirmaba que las mujeres que estaban en la televisión, tenías ideales erróneos y pocos realistas. Él no quería eso para mí. ¿Que es mentira y que es real? Primero atravesamos el gran salón. Algunas de Las Princesas bailaban en pequeños escenarios individuales, mientras otras estaban suspendidas en el aire por grandes telas. Todas ellas llevaban escasa ropa, a diferencia de todos los hombres. Ellos llevaban trajes, pero se veía la diferencia de la calidad entre sus ropas, lo que me daba a entender que no todos tenían el poder del que ostentaba Aidan. Se notaba que, eran infieriores a él y a Cameron. Quería aferrarme al brazo de Florencia tal como lo había hecho al descender por las escaleras, todas estas personas cerca de mi, me ponían nerviosa. Ni siquiera había compartido con todas Las Princesas al mismo tiempo, comenzaba a sudar aunque el ambiente era fresco. Lastimosamente, apestaba a cigarrillo. Cada vez que daba un paso, alguien lanzaba una ola de humo sobre mi, recorría con la mirada las grandes paredes color crema esperando que algunas de aquellas ventanas tan elegantes estuvieran abiertas, pero ninguna lo estaba. Al parecer solo a mi me incomodaba aquel olor. -Deja de ver todo como si quisieras salir corriendo, Mía. Debes intentar relajarte, por favor. Para Florencia era sencillo, todo se le daba bien. Trataba de mantener el temblor en mis manos dominado, mientras avanzamos hacia el área del casino. La noche hacia brillar las espesas cortinas doradas, y habían rosas rojas por todos lados, al igual que aquellas esculturas femeninas. -Mia, allí están Cameron y Aidan, yo no puedo acompañarte. Podría levantar sospechas, pero tendré mis ojos puestos en ti. Estaba sola. Rodeada de personas, como nunca antes lo había estado en toda mi vida, pero seguía sola. Y debía enfrentarme a alguien que me aterrorizaba, todo por la mera ilusión de saber que había más allá. Avanzando hacia la mesa donde jugaban con una enorme ruleta, observaba cada detalle que me rodeaba y me asombraba el contraste que se creaba entre la hermosura de aquel lugar y los horrores que realmente alberga, los cuales ignoraba. ¿Contraste? ¿Alberga? Maldición. Si hablaba de esa forma cerca de Aidan, descubriría que algo sucedía. Por suerte la voz de mi cabeza, siempre se quedaba allí, oculta para todos los demás. Aidan estaba de espaldas a mi, pero Cameron no. Él se fijó en mi, sus ojos no se apartaron de los míos, apesar de que me sentía molesta con él por alguna razón que no quería examinar a profundidad, la idea de él estando cerca hizo que el malestar de mi interior se hiciera más ligero. Se había cambiado de ropa y como si se tratase de algún juego de Florencia, él vestía una camisa roja sin cobarta con traje n***o, sin embargo en la chaqueta de aquel traje se podía vislumbrar un pequeño pañuelo de seda del mismo color de su camisa. Había peinado el n***o cabello hacia atrás con gel y estaba perfectamente afeitado. ¿Como una boca tan masculina podía verse tan rosa sin ningún tipo de labial? Él era un hombre único. Y yo que era dueña de su mirada, debía renunciar a ella porque mi atención debía estar en alguien más. Antes de separar mis ojo de los suyos, pude ver el cambio sutil que tuvo aquella acción en Cameron. Sus rasgos faciales se endurecieron, el color de sus ojos se volvió más oscuro, como oro viejo. Sabía que yo era la culpable de aquel cambio. Mi cabeza dolía, eran muchas sensaciones y acontecimientos para solo un día. Quería creer que, el dolor se iría si me relajaba, pero eso era imposible, estaba cerca de Aidan Carmichael. Con él, el dolor siempre está presente. Quizás fue la mirada de Cameron lo que alertó a Aidan de mi presencia, porque antes de llegar a él, ya había girado hacia mi. Curioso, llegue a la conclusión de que la belleza que podía existir en su exterior, no hacía juego con lo interior. -Mia.-dijo, mientras me observaba y una de las comisuras de sus labios peleaba por levantarse.-Solo tú puedes lucir tan bien el dolor. Era automático. Agaché mi mirada, pero seguí acercándome a él, hasta que mis ojos veían el resplandor oscuro de sus zapatos negros. Tomando una respiración profunda, fui subiendo por el pantalón claro, llegando a la camisa negra y el chaleco gris perla, hasta pasarme en sus ojos de acero. ¿Cuáles habían sido las órdenes de Florencia? Oh sí. Coquetea con el demonio. -Solo un dueño-le susurré. Esperaba que me escuchará, porque no lo pensaba repetir-.Solo uno y es usted, señor. Regrese la mirada al suelo, el dolor en mis sienes latiendo furioso, sintiendo como el vómito subía por mi garganta y el temblor se incrementaba en mis manos. Sin demoras, me envolvió en sus brazos, enterrando en mi cuello su rostro mordiendo la tierna piel, mientras suspiraba. -Mia. Mi pequeña y hermosa mascota. Ahí estaba otra vez, esa intensidad a mi alrededor tan cálida, hacia que mi cuerpo pareciera en llamas, pero no provenía de Aidan. Cameron nos observaba con fuego en sus ojos. Nos sumergimos el uno en otro, pero claro, en brazos de otro hombre, a quien le había afirmado que era únicamente suya , el momento fue interrumpido por Aidan, que con voz de quien reclama un premio le anuncio a sus compañeros de mesa, que hoy era mi noche de estreno. -Les presento a La Reina del Palacio.-trato de sonreír, clavando la vista en Cameron, dijo con socarroneria-.O La Princesa de Los Reyes, aún no lo decido. Lo hablaré con Kane, después. ¿Por qué Cameron no solo le devolvía si quiera la mirada? Sus ojos simplemente se habían quedado anclados en la mano de Aidan que se aferraba a mi cintura, mientras yo enloquecía por librarme de ella. Para el momento en el que, Cameron se digno a observar a Aidan, le sonrió con frialdad y alzo su copa, acto que todos los demás imitaron. -Por la nueva Princesa. Todos dijeron salud, mientras yo sentía que era comida. Seguramente de esta forma vivían los sandwiches de la cocina, esperando a ser devorados por la primera persona con hambre. Yo no quiero ser un sándwich, pensé. El tiempo transcurrió con mucha lentitud y Aidan no se apartaba de mi lado, él presentaba a Cameron a todo aquel que se acercará a nosotros, cada vez que alguna Princesa buscaba acercarse a Aidan, de forma oportuna llegaba algún caballero que la alejaba. Yo seguía temblando de miedo y el cuello me dolía de tanto ver el maldito piso, eso sin contar que la sensación de las pequeñas tijeras y los demás instrumentos que me dió Cameron los tenía atados entre las piernas, por suerte la falda del vestido ocultaba bien todo aquello. -Mia, acompáñame a la cama. Ya bebí lo suficiente. Alertado por aquellas palabras, Cameron se acercó a nosotros. -¡Vamos Carmichael, no puedes irte aún! Es mi primer día, debemos celebrar. -Por está noche paso, Kane. Terminaré la celebración con Mía, buenas noches. Me iría otra vez con él. No quería estar con él, no quería sentir dolor otra vez. Intentaba que Cameron me diera alguna señal de que me seguiría, pero él no me observaba. -En ese caso, los acompaño hasta la escaleras, parece que estás muy bebido. Tenía la impresión de que Aidan iba a negarse, pero se apoyo contra mi hombro y solo afirmó. Sujetandose con un brazo de mi hombro y con el otro de él de Cameron, fuimos saliendo de el casino dando pequeños tumbos. Sin embargo, aún en el estado en que estaba Aidan, seguía bastante consiente. Al llegar al pie de las escaleras, Aidan se desplomó. Lejos de todos, nadie se fijó como Cameron lo sujetaba y se lo llevaba en brazos. -¿Dónde es su habitación?-.ordenó Cameron, mientras Aidan farfullaba y buscaba la forma de librarse de la prisión que eran los brazos de su captor. Sonaba...¿Molesto? -Aún tenemos que subir, es la última planta. No entendía su molestia. Quien debía encerrarse en una habitación con un muy borracho señor Carmichael, era yo. Hombres... Solo había tratado con dos, pero que criaturas tan... Bueno, extrañas. -Haz lo que tengas que hacer, que sea rápido. Te esperaré aquí afuera.-dijo en cuanto llegamos a la habitación de Aidan.-¿Florencia te explico todo, cierto? ¿Recuerdas lo que hablamos? -Si, señor. Él apretó la mandíbula, sus labios formaron una línea fina. Después de abrir la puerta y entrar, él se dió la espalda mientras yo entraba junto a Aidan a su habitación, encerrandonos. Nuevamente estaba a solas con él. Con todo el jaleo que habíamos tenido para subirlo hasta acá, me sorprendía que no se hubiera despertado, pero no fue así, él cayó en la cama con los brazos extendidos. La sustancia que le habían dado, hizo su trabajo a la perfección. Según Florencia, era posible que a la mañana siguiente Aidan recordara ciertas escenas de esta noche, así que, debía fingir que habíamos estado juntos. Quitándome el vestido, y el sujetador me acerque a Aidan para quitarle la ropa. Le quite la camisa y el chaleco, me subí horcajadas encima de él y comencé a trabajar en sus pantalones, para cuando iba a sacarle el pantalón me encontraba exhausta y dolorida. La noche pasada había sido difícil, más lo de esta tarde, me estaba afectando. Aidan era muy pesado, necesitaba ayuda. Asegurando que él estaba muy dormido, salí corriendo y abrí la puerta. Cameron seguía de espaldas, con las manos sujetando su cabello, irradiaba tensión. Examinando su cuerpo en la oscuridad, me pareció conocido. Cómo si pudiese sentir mis ojos en él, se giró enfrentandome. -¿Ya terminas...? -¡Usted es el gigante!-gruñí-.¡Se metió a mi habitación anoche! Corrio hacia mi, para cubrir mi boca. -Te lo explico después. Ahora, ¿Puedes decirme por qué, estás casi desnuda reclamándome sobre un maldito gigante? Tome sus manos apartandolas de mi, mientras él recorría mi cuerpo desnudo con la mirada. ¿Que le sorprendía? Era obvio que había visto otras mujeres sin ropa. -Necesito que me ayude a bajarle los pantalones. No puedo hacerlo, me duelen mucho los brazos, pero tenga cuidado de que no le vea el rostro. O podrá pensar que se acostó con usted y no conmigo. -¡¿Pero que mierda te ordeno hacer Florencia?! Repetí su gesto de cerrar su boca, aterrada de que Aidan nos escuchará. Sus labios se sentían húmedos contra la palma de mi mano, mi cuerpo se estremeció y me aparte desconcertada por la reacción. Regrese con Aidan, sintiendo como los pasos de Cameron me seguían, me detuve junto a la cama. El calor que irradiaba Cameron hacia que mi espalda estuviera en llamas, quizás yo estaba por completo en llamas. Creo que, iba a tocarme, pero no lo hizo. Él solo se acercó al cuerpo de Aidan y luego refunfuño casi de manera inaudible. -Mierda, nunca le había quitado los pantalones a un hombre. No sabía si era su intención que lo escuchará o no, pero de igual forma le respondí. -Debe quitar sus boxers también. Él me observo con auténtica rabia, pero era la verdad. Una vez que Aidan estuvo desnudo, él se alejo de su cuerpo como si le quemase. Lo acompañe hasta la puerta nuevamente, esperaba que me dijera algo cualquier cosa, pero no lo hizo. Solo me miró con fijeza, la luz de la luna que se colaba entre las cortinas de la habitación de Aidan, al impactar en sus ojos dorados pude observar como en su iris, al rededor de la pupila había una especie de flor, era impresionante. -Date prisa, por favor. Tranco la puerta tras sí, dejándome momentáneamente fuera de lugar. Debía terminar con esto de una buena vez por todas. Retomé mi posición encima de Aidan y él abrió en ese momento los ojos, levanto sus manos y las puso en mi cintura, mi corazón comenzó a latir más de prisa. Asustada, esperando no vomitar encima de su cuerpo y de el mío, empecé a moverme encima de él. -Mia-susurro-.La pequeña de papá... Finalmente eres mía, por ti... Porque me quieres... ¿Por qué decía aquello? Me acerque a su cuello, fingiendo que iba a besarlo y al alzar nuevamente la mirada encontré que había vuelto a perder la conciencia. Incorpore mi cuerpo y busque la tijera que Cameron me había dado, mientras que, acariciaba su cabello hasta dar con un mechón que me convenciera que él no notaría su ausencia, esperaba no equivocarme. Con el corazón a toda velocidad, corte el mechón y lo guarde en una pequeña bolsa que tenía perfectamente doblada oculta tras el liguero especial en mi pierna. Bien, aún faltaba algo más. Nuevamente incorporada, allí estaba su rostro relajado, ajeno a mi presencia. Yo estaba al mando, él estaba vulnerable y yo tenía en mi poder unas tijeras. ¡HÁZLO! Grito aquella voz en mi cabeza. Sería fácil, demasiado en realidad. Levanté la tijera, dispuesta a clavarla en su cuello, él no haría ningún tipo de ruido, Cameron no escucharía. Cameron... Cameron no esperaba eso de mi. ¿Cierto? Baje las tijeras y me acerque al oído de Aidan. -Un día, no muy lejano, voy a tenerte nuevamente así para mí y no fallaré-.musite. Me levanté y besé sus labios, él al rato me correspondió el beso y fuí instandolo a abrir la boca, en cuanto lo hizo me aparte y lo deje allí esperando si se movería nuevamente, pero no lo hizo. Busque la cosa extraña que tenía algodón en la punta, y la introduje en su boca. Seguí los pasos de Cameron, hasta darme por satisfecha y repetí el proceso de guardar el algodón. Lo había hecho, finalmente. Me levanté y tome el vestido, no pude terminar de abrocharlo, no alcanzaba, por lo que salí de la habitación, chocando contra Cameron. -¡Lo hice!-.exclame con emoción-. Tenga, aquí está lo que me pidió, señor Kane. En una de mis manos estaba el sostén y con la otra sujetaba el vestido contra mi pecho. Cameron me observaba detenidamente, haciendo que la emoción creciera dentro de mi. Fue hacia mi espalda, subió el cierre de la falda con lentitud y luego quitando la parte del vestido que aún sostenía, lo ato a mi cuello. -¿Estás bien? -Cansada, solo eso. Levanté la falda de mi vestido y le entregué a Cameron lo que él me ordeno buscar. -Lo oculte nuevamente porque no quería arriesgarme. Él me observaba en silencio, tomó la tijera junto con todo lo demás, sin romper el contacto visual. -Vamos, debes descansar. ¿Eso era todo? La emoción se apagó, dejándome fría y llena de desconcierto. Había esperado algo más, solo que no sabía qué. Ahora por alguna razón deseaba echarme a llorar, definitivamente hoy había sido un día difícil. Caminamos en silencio, hasta el tercer piso. Mi mente estaba en caos, las voces habían regresado, pero las ignoraba. Mis pies dolían por haber usado tanto tiempo aquellos zapatos de tacón alto, mi cabeza latía y mi corazón... No sabía describirlo, solo no era yo. -Estas muy callada. ¿Por qué? -Podria decirse lo mismo de usted, señor Kane. -Mis motivos carecen de importancia. -Los míos igual. Además, no sabría explicarlos. El camino había llegado a su final, pensé con cierta tristeza. Quizás esto había sido todo para él, ya tenía lo que él quería. Solo quería tirarme en la cama y olvidar todo este día de mierda, era demasiado. De pie, en el oscuro pasillo las preguntas se acumularon en mi boca, pero era mejor reprimirlas. -Buenas noches, señor Kane. Di la vuelta y tome la perilla en mis manos, en el momento en que las suyas se estrellaron contra el marco, haciendo que brincara mientras pegaba su cuerpo al mío. Quedé atrapada entre su cuerpo y la puerta, su aliento me hacía cosquillas en la nuca. -Odio ver cómo te toca. Odio que tengas que estar cerca de él, porque solo te ha lastimado todo el tiempo que yo he intentado salvarte. ¿Ver cómo te reclama como suya? ¿Y no poder hacer nada? Me está volviendo malditamente loco, Mía. -Es imposible... Usted, solo... Solo lleva en mi vida... -Cuatros años, Mía. En todo este tiempo no he dejado de pensar en ti. Sin embargo, te entiendo, soy un desconocido para ti, pero eso cambiará muy pronto. El frío fue la prueba de su ausencia. Quedé petrificada. Esperaba que sucediera algo, y algo sucedió, ¿Por qué seguía con deseos de algo más? -Estoy loca. Definitivamente, loca. La puerta se abrió, provocando que casi me fuera hacia delante y cayera, pero solo era Florencia. La malicia en su rostro relucia, mientras retorcía entre sus dedos un mechón rojo de su cabello. -Los veo mal, compañeros. Muy mal...-lanzo una profunda carcajada e indicando que entrara, suspiró-.Esta mierda se va a complicar.
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