Alek había buscado a la chica de la subasta, había quedado encantado con ella, esos ojos esmeralda, habían quedado clavados en su mente, intentó pagar para que le dieran información, los organizadores de la subasta se negaron, tenían un código de confiabilidad que no podían romper.
Ahora estaba seguro que era la chica que tenía frente a él, se preguntaba si él no había significado nada para ella, porque por lo visto no lo había reconocido, sonrió maliciosamente, se paró de su lugar y se acercó a ella, se inclinó un poco para que su boca quedara cerca de su oído.
—No se porque, pero siento que ya nos habíamos visto hace tiempo.
Fadila se sorprendió por su cercanía, su cuerpo tembló de nuevo.
—No lo creo señor, lo recordaría.
—Contestó nerviosa y en voz muy baja.
—¡Fadila! Me gusta como suena tu nombre al pronunciarlo.
Alek regreso a su lugar, en vista de que ella no lo recordaba, decidió actuar como si nada pasara, con tono serio y formal le informó en que consistiría su trabajo.
—Le informaré en que consistirá su trabajo, consistirá en brindarme asistencia, llevara un control óptimo de mi agenda, calendarizara mis actividades, reuniones, citas, contestara y revisara todo tipo de documentos, como E-mails, llamadas telefónicas, correspondencia, y pasara a quién corresponda la informacion recibida, viajará conmigo cuando tenga que asistir a reuniones fuera de la ciudad o del país, por lo que espero tenga en orden sus documentos.
—Los tengo señor.
—Empezará hoy mismo.
—Su escritorio está en esa pequeña oficina. —Dijo señalando un pequeño espacio al otro lado de su oficina, había una puerta de cristal que dividía —cuando reciba clientes, deberá bajar la persiana, así me dará privacidad, hay una puerta que da al pasillo, la puerta de cristal solo podrá utilizarla usando sea necesario entrar a mi oficina para que firme algún documento.
—Entendido señor.
—Puede tomar su lugar de una vez, enseguida le llevaré algunos documentos y mi agenda para que empiece a organizarla, comprendo que tendrá varias preguntas que hacer, tendrá dos días para ponerse al tanto, después de eso no responderé nada más, a menos que sea absolutamente necesario, ¿entendido?
—Sí, señor.
—Entonces ocupe su lugar.
Fadila se levantó para irse a su pequeña oficina, el lugar era agradable, desde ahí podía observar la ciudad a través del ventanal, había un pequeño baño, agradeció por ello, así no tendría que estar saliendo a buscar uno.
Alek le llevó su agenda, tendría que organizar todo y pasarlo a una agenda electrónica, en poco tiempo tenía sobre su escritorio una pila de documentos, estaba concentrada en su trabajo, de pronto se abrió la puerta que daba al pasillo, Chuvak entró por ella.
—Hola preciosa, ya es hora de comer, tenemos dos horas así que vamos.
—Lo siento señor, no saldré a comer, tengo mucho trabajo.
—Deja eso, el horario para comer es sagrado.
Alek escucho la voz de su amigo en la oficina de Fadila, se paró y se dirigió hacia alla.
—Amigo, ¿a que has venido?
—Pienso darle la bienvenida a esta belleza, la invitaré a comer.
—Me parece bien, así que vamos.
Fadila se sorprendió, ¿su jefe comería con ella?
—Le decía al señor que agradezco su invitación, pero tengo mucho trabajo.
—Y yo le decía que la hora de comer es sagrada.
—Chuvak tiene razón, así que vamos.
Fadila se levantó, tomó su bolso y se dirigió a la salida, podía sentir la mirada de los dos hombres sobre su trasero mientras caminaba hacia el elevador.
Al cerrarse la puerta del elevador, Fadila empezó a sentir mucho calor, se encontraba en medio de esos dos enormes hombres, se abanico con su mano porque se estaba poniendo roja.
—¿Le pasa algo señorita? —Preguntó Alek.
—Calor, hace demasiado en este lugar.
—¿Calor? Qué raro, esta encendido el aire acondicionado.
Divertido se pego un poco más a ella, Chuvak se dio cuenta e hizo lo mismo, Fadila rogaba porque se abriera la puerta, deseaba salir corriendo.
Al llegar a la planta baja, todos los empleados se les quedaron mirando, el jefe por lo general no permitía que los empleados usarán el elevador de los ejecutivos, para eso estaban los de empleados.
—Por aquí señorita, cerca de aquí hay un excelente lugar donde podremos comer, llegaremos caminando.
Fadila los siguió, Chuvak decidió caminar a su lado, al verlo Alek alentó el paso, al llegar al restaurante, los empleados enseguida les dieron una mesa, hombres como ellos no necesitaban hacer reservaciones.
La pobre chica se sentía incomoda, comer cerca de esos dos hombres la intimidaba, el par de adonis se pusieron a conversar, ella solo los observaba.
—¿No lo cree así señorita? —Preguntó Alek al verla tan distraída.
—Eh ¿qué? Perdón, estaba distraída.
—Qué si usted piensa que en estos tiempos las cosas entre hombres y mujeres deben de ser iguales.
—Depende, algunos trabajos para hombres los pueden hacer perfectamente las mujeres, sin embargo hay otros que por la gran fuerza física que requieren, deben hacerlo los hombres, ya que anatomicamente están más capacitados para ello, pero también debería ser que las mujeres reciban el mismo sueldo que un hombre cuando tienen trabajos equiparables, por lo general el sueldo de la mujer es más bajo.
—Estoy completamente de acuerdo. —Dijo Chuvak.
Al terminar regresaron a la oficina, Fadila les agradeció la invitación y regresó al trabajo, se sumergió en esa pila de documentos, no entendía como un hombre que parecía tan organizado tuviera todo ese desastre.
No había bajado la persiana, Alek la observaba, se veía concentrada en lo que hacía, ella se sintió observada, al voltear pudo ver que él la veía, eso la desconcertó totalmente, afortunadamente al ver el reloj, se dio cuenta de que era la hora de salida, se levantó para despedirse de su jefe e informarle su agenda del siguiente día.
—Señor, mañana a las nueve tiene reunión con los ejecutivos de la compañía Novatech, al mediodía recibirá al señor Juno Malcovich, después de la hora de comida, la señorita Ivanna Novikov tiene cita con usted, si no hay nada más que necesite me retiro.
—Sí te dijera lo que necesito te asustarías, así que hasta mañana Fadila.
A ella le extraño su respuesta, salió de prisa del corporativo, su amiga Rita, la esperaba en la salida.
—Hola amiga ¿que tal tu día?
—Todo bien, fue un buen día.
—¿Y que tal el papasote de tu jefe?
—Ya vas a empezar, mejor vamos.
Alek las observaba desde el ventanal de su oficina, tomó su saco y salió de ahí, subió a su auto para regresar a su penthouse.
Vivía solo, años atrás se había alejado de su familia, dejó Rusia para no tener que verlos, sus hermanos viajaron hasta Estados Unidos, pero se negó a recibirlos, los días que ellos estuvieron en la ciudad, él se mantuvo lejos, regresó cuando estuvo seguro de que se habían marchado.
Cuando alguien le fallaba, jamás perdonaba, y sus padres le habían fallado de la peor manera.
Al otro día, llegó a la oficina, iba desvelado y de mal humor, Fadila aún no llegaba, eso lo puso peor, unos minutos más tarde, ella llegó.
—Señorita Herrero, a mi oficina.
—Enseguida señor.
—Se podría saber, ¿quién se cree que es para llegar a esta hora en su segundo día de trabajo?
—¿A esta hora? Perdón señor no entiendo.
—Debe de cumplir con el horario establecido.
—Lo sé señor, mi horario de entrada es a las ocho y son siete cuarenta y cinco.
Alek volteó a ver su reloj, la chica tenía razón, se sintió avergonzado.
—Lo siento señorita, empiece con su trabajo.
—Enseguida señor.
Después de mediodía, una hermosa mujer llegó a la oficina, Fadila que entregaba unos documentos a la secretaria, reconoció a la mujer enseguida, era una modelo muy famosa, la había visto en varias revistas.
La mujer prepotentemente pasó de ellas, entró en la oficina de Alek sin llamar a la puerta.
—Hola bombón, he estado esperando tu llamada.
—¿Qué es lo que quieres Ivanna?
—Sabes bien que es lo que quiero, quiero que sigamos jugando, me encantan tus juegos.
—Ahora no tengo tiempo para eso, tengo demasiado trabajo, esperame esta noche en el club.
Fadila que había entrado en su oficina, sin querer escuchaba todo, ¿quería jugar con él? Qué tipa más extraña.
Ivanna salió contoneandose, era una mujer muy bella, era muy alta, su cabello pelirrojo caía como cascada por su espalda, unos ojos color miel iluminaban su cara.
Por la noche, después de pasar a su penthouse a bañarse, Alek salió hacia el club, al llegar al lugar, se dirigió a una de las habitaciones, el lugar estaba a media luz, una música sensual se escuchaba, una mujer con sexy lencería estaba acostada sobre la cama, tenía puesto un antifaz n**o, Alek sonrió al verla, se acercó a ella, tomó unas cuerdas que estaban sobre una mesa al lado de la cama.
Ató las manos y pies de la mujer a los lados de la cama, quedando sus piernas y brazos separados, después tomó un látigo, era pequeño de piel, en la punta tenía varias tiras, con el comenzó a dar pequeños golpes por el cuerpo de la mujer, ella recibía con gusto aquello que le provocaba gran placer.
Alek no acostumbraba besar en los labios a las mujeres con las que jugaba, consideraba que eso podía hacer que desarrollarán sentimientos por él y eso no era lo que él buscaba.
Después de utilizar en ella varios juguetes, la mujer temblaba de placer, Alek se quito la ropa, se coloco protección antes de penetrarla, sus movimientos eran salvajes, nada delicados, después de unos minutos ambos se encontraban satisfechos, Alek se dirigió hacia el baño, se ducho rápidamente, antes de salir de la habitación quitó las ataduras a la pelirroja, ella intentó hablar, Alek colocó un dedo sobre su boca impidiendolo.
—Shhhh descansa, sabes las reglas, me tengo que marchar.
Salió de ahí sin voltear atrás, ese era su juego y el ponía las reglas.