Y la Máscara?

1267 Words
Edward salta de la cama y está por meterse al baño para ocultar su rostro, pero al escuchar el golpe seco de su caída, y el grito ahogado acompañado de un gemido de dolor no piensa nada más que el bienestar de Ángel, corre a su ayuda olvidando por un segundo que no lleva puesto una máscara. ─¿estás bien? ─pregunta quitando la mano de su rostro, ya que su brazo cubre el área del disparo y quiere asegurarse de que esté bien, pero al hacerlo ella descubre su rostro sin darse cuenta por el pánico. Ahí estaban, los nervios de la primera vez opacando el dolor, ver su rostro fue realmente una revelación inesperada y esperada a la vez, su cuerpo se sintió arder en flama azul, su cuerpo solo siente calor, y una corriente recorriendo hasta lo más íntimo, llegando a sentir bochornos. La tomó en brazos, lo que hace que ella vuelva a soltar un gemido de dolor, por lo que obligado por su preocupación voltea verla, solo para descubrir sus ojos mirando directo a él, por un fugaz momento puede sentir su respiración como suya, pero no puede hacer más que dejarla sobre la cama. Su corazón latiendo acelerado, traga saliva sin pestañear, no sabía lo exacto que podía ser su personaje principal con su ahora esposo. ─Lo siento. ─se lamenta. ─Fue atrevido de mi parte... ─corre a su teléfono y llama a Charles. ─No... yo, no... yo... ─balbucea dolorida, el golpe si le dolió, pero está más asombrada por haber visto el rostro de Edward. ─Trae el botiquín, y llama al doctor, ¡ahora!, es urgente. ─grita y cierra la llamada. Y es cuando al sentir el cuero de sus guantes en su rostro, contrario al suave algodón dentro de la máscara, que cae en cuenta que ha sido expuesto. Va por su máscara, sabe dentro de sí que lleva demasiado tiempo sin ella. Es claro que Ángel ha visto su rostro, y aún lo hace, no le ha quitado la mirada de encima desde que él quitó la mano de su rostro. Su expresión, lejos de ser de terror, es de confusión. Pero hasta que no diga una sola palabra, decide que va seguir cubriendo su rostro. Mas tardó Edward en volver con Ángel, que Charles en llegar con el botiquín a la mano. ─Aquí está señor. ─dice casi sin aliento por haber corrido. ─Tienes que quitarte esa ropa. ─señala Edward al ver algo de sangre en ella. Inmediatamente los dos voltean a la puerta, mientras le dan la espalda para que se pueda desvestir con comodidad. ─Ya está. ─dice quedándose únicamente en brasier deportivo. Ella no es en sí reservada, pero mostrar su cuerpo no es de sus cosas favoritas, por lo que se incomoda al sentirse expuesta. ─El doctor estará aquí en un par de minutos, envié por él. ─advierte Charles sacando todo lo que se necesita para detener el leve sangrado. Ella no ha dejado de ver a Edward, y él ahora no puede verla a la cara, el hecho de saber que ella ha visto su rostro le deja que pensar, por lo que ahora es el silencio más que incómodo, sobre todo porque él está limpiando su herida. Charles observa como su jefe no ha levantado la mirada más allá de la herida mientras la descubre, y ella ni siquiera consigue pestañear. ─Me ocuparé de esto. ─dice tomando la camiseta de ella como excusa para salir. Ella ve esa máscara y no deja de preguntarse, ¿porqué cubre un rostro tan genética e incomprensiblemente perfecto, incluso aquella fina cicatriz en forma de línea que atraviesa su poblada y perfilada ceja se ve perfecta. Él solo puede pensar lo aterrada que debe estar por haber visto su rostro, el rostro de un monstruo, no ha querido ver su rostro por vergüenza, no quiere confirmar que en su mirada solo hay horror. ¿Acaso, es posible ser tan físicamente perfecto? ─se preguntó más veces de las que puede contar al estar tan cerca de él. ─Buen día. ─entra el médico apresurado. ─vine en cuanto me llamaron. ─advierte por su tardanza. ─¿qué pasó? ─pregunta yendo directo a Ángel, por lo que Edward sale casi disparado de la habitación. ─Me caí de la cama. ─musitó avergonzada por su torpeza. ─Eso pasa. ─asiente el doctor muy amable mientras revisa los puntos y demás. ─¿será necesario llevarla de regreso al hospital? ─pregunta Charles al levantar su mirada del teléfono. ─Mueva el brazo. ─dice al ayudar a que lo levante. Le cuesta un poco, pero lo puede mover, aunque con algo de dolor. ─No. ─se gira a Charles una vez que cambia su vendaje. ─solo necesita mantener el brazo inmóvil, o su recuperación tardará más. ─advierte sacando un cabestrillo de su maletín. ─y necesito que se mantenga con él todo el tiempo, incluso durante el baño, por lo menos un par de semanas. ─se lo coloca con un poco de dificultad. ─Pero no necesité uno al salir del hospital, ¿porque necesito uno ahora? ─pregunta con cierto disgusto. ─Para ser honesto, no pensé que tendría dos sangrados en veinticuatro horas, eso solo suele pasar en niños, así que... ─sonríe amable mientras Charles lo juzga con la mirada. Además su ahora suegro está tras él en la puerta. ─Lo siento, pero acabo de casarme y ... ─No tiene que darme explicaciones, me disculpo. ─se levanta en cuanto está listo. ─La medicación debe mantenerse, pero estos tres días será cada seis horas, luego volvemos a las indicaciones principales. ─escribe una nota que le entrega a Charles. ─¿es todo? ─pregunta una vez más levantando su mirada del teléfono con discreción al notar la presencia del padre de Edward. ─comer sano, dormir mucho, poco esfuerzo, medicación a sus horas, y actitud positiva, es todo. ─asiente mientras deja la habitación. ─Gracias por venir. ─aparece Edward como por arte de magia con un cheque en su mano. ─¿Tan rápido te quieres deshacer de tu esposa? ─suelta con sarcasmo su padre. ─No. Es mejor esperar a tener hijos con ella y tener más de cuarenta. ─responde déspota y cruel, cerrando la puerta en su cara. Él camina a su armario, saca un par de trajes y un par de cosas más, en absoluto silencio. ─Lamento si... ─rompe el silencio. ─No tiene que disculparse. ─interrumpe él. ─no debí dormir en la misma cama que usted, pero le dispararon por negligencia de personas que contraté, lo mínimo que podía hacer es que estuviera cómoda.Es por eso que mientras dormía la pasé a la cama, para que pueda descansar ─Lo entiendo, pero... ─No volverá a pasar. ─interrumpe nuevamente. ─en dos días mi padre se irá, y usted volverá a su lado de la casa hasta que pase la semana, y usted pueda volver con los suyos. Lamento si la asusté de alguna manera. ─dice tomando un par de cosas. ─Charles cuidará de usted y la acompañará durante el día. ─dice y sin más deja la habitación. ─No se... ─intenta detenerlo, pero le es imposible. Edward no puede verla mas, no soporta la sola idea de que ella ahora lo vea diferente, no quiere verla y descubrir que ya no hay en ella esa curiosidad por saber más de él, si no asco y terror. Las voces del médico diciendo que su rostro, así como la mayor parte de cuerpo fue severamente afectada por las quemaduras, y el recordar el incendio una y otra vez, le dan una idea clara de lo mal que debe verse, y lo nauseabundo que debió ser para Ángel besarlo.
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