CAPÍTULO 5

1858 Words
—Miles, muchacho, tiempo sin verte —dijo mi padre y se acercó a él para abrazarlo. —Lo mismo digo, señor Kensington. —¡Qué hermosas flores!, ¿esperas a alguien? —escuché a mi madre decirle. Me había concentrado tanto en su rostro que no me fijé en los detalles, pero ahora quería gritar al verlo con la gorra que yo le regalé y las flores. Las flores… Reconocí esas flores. Eran las mismas flores que me habían estado enviando todo este tiempo… —Sí, señora. He esperado a alguien por muchos años, pero ya no deseo seguir esperando sin que ella sepa que lo he estado haciendo —dijo acercándose a mí. ¿Y sin era un sueño y cuando despertara estaría de vuelta en el avión? Su cercanía estaba provocando que se me olvidara respirar. Mi corazón parecía querer salir por mis orejas y mi estómago amenazaba con hacer de las suyas. Solté mi maleta y pellizqué mi brazo. —No te pellizques, Lucy —rió Miles—, esto no es un sueño. —Luego se dirigió a mis padres— ¿Señores Kensington, les molestaría si me robo a Lucy por un momento? Mamá se rio y asintió, luego volteó a mirar a papá. —Ella es mi tesoro, Miles… —dijo en un tono como de advertencia. —Lo trataré como tal, señor, claro, si me aceptan —seguía sin poder encontrar mi voz. Mis labios solo se abrían y cerraban, pero no lograba formular ni una sola palabra. —¡Qué se diviertan! —exclamó mi madre con una sonrisa en el rostro. Mis ojos se encontraron con los suyos, quien me miraba con una enorme y resplandeciente sonrisa. Ésa que me hizo enamorarme de él. Al fin mis labios encontraron las palabras. —No sé si es que he pasado tanto tiempo en frente de una estufa y se me han quemado las neuronas, o si vivir lejos de mi familia me ha vuelto más lenta, pero no entiendo nada de lo que está pasando. ¿Qué haces aquí y a qué te refieres con lo que acabas de decir? —Lo que escuchaste, Lucy. Fui un idiota al no decirte que estaba enamorado de ti desde que eras una adolescente y te encantaba utilizar esos brillantes tenis rosa de plataforma. —Con cada palabra que pronunciaba se acercaba un poco más. La poca estabilidad emocional que me quedaba se perdió cuando sus dedos hicieron contacto con mi mejilla. —¿Siempre estuviste enamorado de mí? —pregunté sin poderlo procesar. Podía sentir algunas miradas de curiosos sobre nosotros. —Creo que solo hay una manera de comprobar lo que te estoy diciendo. Soltó el ramo y, sin darme oportunidad de nada, tomó mi rostro entre sus manos y me dio un tierno beso que congeló todo a nuestro alrededor. Mis manos fueron a sus brazos y cuando se separó no pude creer que la vida fuera tan perfecta. Rodeé su cuello con mis brazos y él hizo lo mismo, rodeando mi cintura. Me aferré a su cuerpo esperando despertar, pero el sueño no se apagaba. —Yo también he estado todo este tiempo enamorada de ti, Miles Milligan. Pero.., yo escuché, te escuché decir que al llegar a Washington le dirías a alguien que… —comencé a decir queriendo liberar un poco de lo que tenía atravesado en mi pecho desde hacía tres años, pero se me quebró la voz y una lágrima bañó mi mejilla. Él se alejó, me limpió la cara mojada con su mano y sonrió. —Hablaba de ti, Lu. Lo que quería decir era que cuando estuvieras en Washington, lejos de todo y de todos, finalmente tendría el valor de decirte por fin lo que sentía por ti. Sus palabras me dejaron en shock. Todo el tiempo pensando en que Miles estaba enamorado de alguien más, pero en realidad lo estaba de mí. Me reí y lo abracé. —Eres un idiota, Miles Milligan —dije entre sus brazos—. Ahora entiendo el comentario de Lucas cuando dijo que ambos éramos unos idiotas. ¿Él siempre supo que estabas enamorado de mí? —Miles asintió. —Le prometí que esperaría a que fueras a la universidad para comenzar a conquistarte. —De hecho, negociamos eso —Lucas apareció detrás de él, sujetando la mano de Claudia—. Yo quería que esperara hasta que terminaras tus estudios, luego él se enteró de lo mío con Claudia y lo utilizó en mi contra. —Son como un par de niños —comentó Claudia con una sonrisa. Lucas había logrado contentarla. Lucas la miró. —Somos hombres, inmaduros, pero hombres. Ahora, vamos que mis padres están esperándonos en la entrada. —Nosotros no iremos con ustedes. Le he pedido permiso a tus padres para platicar a solas con Lucy. Pueden llevarse el auto, tengo algo preparado para ella —comentó Miles guiñando el ojo hacia ellos y apretó ligeramente mi mano. No me había fijado que su mano estaba entrelazada con la mía. —Tomaremos un Uber —se apresuró a contestar Claudia—, ustedes diviértanse —dijo mirándome con una sonrisa cómplice. Claudia se llevó a rastras a mi hermano. Miles tomó el ramo que había dejado en el suelo y me lo entregó. —Así que eras tú quien me enviaba esas flores. Él asintió. —Gracias a tu hermano estaba enterado de todo lo que pasaba contigo. En tus cumpleaños no podía faltar un detalle de mi parte, tu graduación, y ayer sabía que sería un día importante para ti. Pero bueno, creo que tenemos muchas cosas de las que hablar, ¿te parece si me acompañas a cenar? —Miles Milligan, ¿estás invitándome a cenar? —dije abrazando las flores. —Así es. —¿Y si me niego? —pregunté alzando mi ceja. —Te besaría hasta que aceptes. No tengo ningún problema con hacerlo aquí y ahora —dice acercándose a mí con una sonrisa ladina. —Está bien, vamos —dije y empecé a caminar hacia la salida. —No, así no —extendió su mano y con sus ojos la señaló. Lo dudé por un momento, pero de igual manera la tomé. —Encajas a la perfección en mi mano —pude sentir mis mejillas arder ante ese comentario. —¿A dónde me llevarás? —Es una sorpresa. Solo puedo decirte que necesitamos recuperar todo el tiempo que perdimos por mi culpa. Además, tengo hasta mañana para devolverte a tu casa. —Creo que no puedo negarme. —Me encantaría que lo intentaras —dijo con una sonrisa coqueta. —Te desconozco —dije, pero estaba fascinada. Ese Miles era completamente diferente al Miles callado que conocí hace años. —Durante estos últimos años me he dado cuenta de que jugamos mucho con nuestra vida. Pecamos al dejarle todo al destino y pensar que las cosas llegan por sí solas. El 99.99% depende de nosotros. Como ahora, tu hermano me llamó, me dijo lo que se le escapó en una conversación ayer y me prometí no dejarte ir nuevamente. Pero ya tendremos tiempo de discutir todas estas emociones durante la cena. ¿Vamos? —acepté y caminamos hasta el estacionamiento, él abrió la puerta para mí, y no perdió tiempo para entrar y poner el auto en marcha. —Es algo desconcertante tu silencio, ¿sabes? —comentó—. Siempre te he tenido bajo el concepto de ser una mujer que dice lo que piensa y hace lo que quiere. Sonreí ante su comentario, porque ni yo misma sabía lo que estaba pasando conmigo en ese momento. —Es que no puedo creer lo que está pasando. Miles estacionó el auto, salió y abrió mi puerta. Al bajarme me di cuenta de que nos encontrábamos en Bronxville, en la calle principal. Una sonrisa se dibujó en mi rostro. El lugar estaba repleto de luces y adornos navideños. La gente aún caminaba con bolsas de regalos y disfrutaba del ambiente. —Ven —me tomó de la mano y pude ver la mirada de algunos conocidos sobre nosotros. —Nos están viendo, Miles. —No me importa. No tengo nada que ocultar, pero sí mucho por presumir. Su respuesta me hizo suspirar. Era tan tierno y su porte era tan diferente al de la última vez que lo vi. Estaba más musculoso, más maduro, hasta rudo, y me encantaba. Caminamos hasta llegar al restaurante de la mamá de Miles. Apenas y dejaba de creer que esto se trataba de un sueño cuando entré a ese lugar y mi familia estaba ahí, esperándonos. La madre y hermana de Miles estaban presentes y algunos de nuestros compañeros de la infancia. —¿Qué es esto? —pregunté. Miles me sonrió y caminó conmigo hasta quedar en el centro del lugar. —Disculpen, me gustaría tener su atención por un momento —dijo tomando mi mano—. Pónganse cómodos porque la historia que les contaré será algo larga. Mi mirada fue hacia mi madre, quien estaba con una enorme sonrisa en su rostro, recostando su cabeza en el hombro de mi padre. La madre de Miles nos miraba de igual manera, nuestros hermanos también. Los desconocidos del lugar estaban expectantes a lo que Miles iba a decir. —Para muchos no es nuevo saber que mi madre se mudó a esta comunidad hace trece años en busca de un nuevo comienzo para mi hermana, para mí y para ella misma después del fallecimiento de mi padre. En lo personal jamás creí poder reponerme de la pérdida de mi padre, pero sabía que debía avanzar si quería ser de apoyo para mi madre y mi hermana. Adaptarnos a esta nueva vida fue fácil, pero porque fuimos acogidos por todos en este lugar. Así, seguí con mis estudios y fue donde llegó Lucas Kensington a mi vida. Quien, más que mi mejor amigo, se convirtió en un hermano para mí. Lucas levantó su vaso de gaseosa al otro lado del salón en honor a Miles, y éste continuó: —Pero Lucas no vino solo. Con él vino la mujer que está a mi lado. Hace once años que esta mujer entró en mi cabeza y en mi corazón. En aquel entonces éramos unos niños, no teníamos nada en común, excepto a Lucas. Con el pasar de los años, fui enamorándome cada vez más profundamente de ella, pero en ese tiempo no sólo incrementaba mi amor, sino también mis responsabilidades. Quise sentirme cerca de mi padre, de lo que le gustaba y eso me llevó a servir con honor a este país. Fue una decisión determinante, pues no iba a permitir que mis deberes lejos de casa por tiempo indefinido la hicieran detener su vida. Sin embargo, por no confesarle mi amor a tiempo, la perdí. La verdad no sé si lo que pasó fue necesario, solo sé que así tuvo que ocurrir. Y hoy Lucy no solo ha vuelto a su ciudad, sino que ha vuelto a mí. Y enfrente de todos ustedes prometo no dejarla ir.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD