Mabel se comió dos manzanas mientras observaba a lo lejos cómo Bastian discutía con el chico rubio que se hacía llamar Scott, el mismo que, minutos antes, se había transformado en un león. Aún no podía apartar el miedo de pensar que alguno de ellos pudiera hacerle daño, aunque se repetía a sí misma lo que Bastian le había dicho: “Son mis primos”. Mientras seguía absorta en sus pensamientos, la voz de Julio rompió el silencio:
—¡Oigan, chicos! ¡Ya vámonos! Si supieran cuánta hambre tengo… y además necesito un baño con urgencia.
Al escucharlo, Scott y Bastian detuvieron la discusión y comenzaron a acercarse al grupo. Y empezar a caminar en silencio
Mientras regresaban a la casona del clan de Solimán, el cielo comenzaba a teñirse de tonos dorados y rojizos. Las hojas crujían bajo sus paso
