Adriana Cerré la puerta de mi habitación con cuidado. Como si él pudiera escuchar el temblor que me recorría por dentro. Apoyé la espalda en la madera y deslicé el cuerpo hasta quedar sentada en el suelo, con las rodillas contra el pecho y los brazos rodeándome como único refugio. El corazón me latía tan fuerte que sentía que me iba a romper por dentro. «“Nunca dejé de amarte.”» Sus palabras seguían repitiéndose en mi cabeza como un eco implacable, como si no quisiera darme tregua. Como si hubieran venido a reclamar un lugar que yo había intentado enterrar durante años. Cerré los ojos y vi esos recuerdos que había intentado ocultar durante años Lo vi en la universidad, sonriendo como si el mundo no pudiera tocarlo y en cada promesa que nunca cumplió, en cada espera que me dejó

