Theo Desperté con una sensación extraña en el pecho. No era angustia… era algo más suave, más cálido. Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue a Adriana, dormida a mi lado, con el rostro relajado, tan distinta a la mujer fuerte que mostraba durante el día. Su cabello caía sobre la almohada, su rostro estaba sobre mi pecho y una de sus manos descansaba cerca de mi abdomen Por un segundo pensé que estaba soñando, así que no me moví. Solo la miré y entonces, como si hubiera sentido mi mirada, se removió un poco. Sus pestañas temblaron y abrió los ojos despacio, me encontró mirándola… y sonrió apenas. Ese gesto mínimo me desarmó, aunque aún había momentos tensos entre nosotros, estar así se sentía correcto. Y aún así, a pesar de que no sabíamos definir en que punto de nuestr

