Adriana
Cuando Theo llegó con la cena esa noche, yo no estaba preparada para lo que vi.
Había esperado algo simple… quizás comida para llevar, algo rápido, sin demasiada intención detrás.
Pero cuando lo vi entrar, con las bolsas en las manos, cuidando que nada se derramara, con esa concentración tan suya, algo se me movió por dentro.
Y cuando destapó los recipientes, mi pecho se apretó, había comprado mi platillo favorito y los postres que siempre pedía “solo para probar un poco”.
No fue un gran gesto… fue algo peor, fue un gesto que demostraba que aún me conocía.
Que aún me recordaba y eso era justo lo que más me dolía… y lo que más me desarmaba.
Cenamos en la mesa, frente a frente, sin prisas, hablamos poco, pero no fue incómodo, fue… cuidadoso.
Como si los dos estuviéramos cam
