Kai
Luego de los funerales de Bas y sus hombres me pesa mucho tener que ver a la señora Habid, ella que me crio como uno más en su familia luego de que exterminaran a los míos, su dolor es el mío, por ello cuando encontré una de las piezas que pertenecieron a nuestra familia y la subastarían quise traerla a casa para la señora Habid, Bas la busco por mucho, esos perros terminaron vendiendo nuestra historia.
Nuestro fracaso al intentar comprarla solo me enojo, por suerte la ganadora de la subasta se hospedaba en el mismo hotel que nosotros y gracias a algunas indagatorias logramos dar con esa preciada información.
Serena Ward nos informaron era una de las mejores en su trabajo, una intermediaria para conseguir piezas de arte y otras, medios legales y no tanto, claro que eso solo en ciertos círculos se sabe.
La encontramos en el bar del hotel y no tardo en mandar a volar a Isam, recurriría a cualquier medio para obtener esa gargantilla, me encontré con una cara bonita y feos modales, me presenté con uno de mis alias y está no me dio oportunidad de contarle la historia lacrimógena que había organizado para despertar su empatía.
Ni mi despliegue de buenos modales o mi sonrisa le hicieron la más mínima mella, regularmente solo debo sonreír para que las féminas estén de acuerdo conmigo o hagan lo que les pido.
No me prestaba atención por lo que perdí un poco los estribos, hubiera querido clavarle ese tenedor en esa mano suya, no era el lugar y no quería tener que huir. El que no saliera corriendo me asombro, sin pestañear solo alejo su mano y me vio de forma retadora.
Por lo menos accedió a lo de la apuesta, ¡ja!, reglas, no aplican para mí, tener palabra la tengo, pero esto no requería de mi absoluta seriedad, deseaba esa gargantilla y mi moralidad está lejos de verse implicada en esto.
Probo ser buena en cada uno de los juegos, mi recurso era recurrir a embriagarla, pero igual era muy tolerante al alcohol, en los dardos era muy acertada, por un pelo y me gana, sí, por supuesto que hice trampa, era más divertida conforme se incrementaba el nivel de alcohol en su sangre, cantaba horrible, lo hacía con mucho sentimiento eso no lo puedo negar.
La canción que berreo hablaba del dolor de llorar a alguien y otras cosas que las asocie a mi reciente pérdida y como lo estoy sobrellevando, en ese momento me volví a jurar que encontraré al que perpetro ese ataque.
Al estar más alerta me di cuenta de cómo la tocaron en reiteradas ocasiones, en un principio eran choques o toques que parecerían involuntarios, pero seamos sinceros siendo hombre entiendo esos comportamientos, Serena lucia relajada en ese conjunto de blusa y falda que portaba, lo que no le quitaba lo guapa y atractiva que lucía al ojo de cualquiera.
Me basto con ver la llama de sus ojos para saber que habían cruzado la línea, fue algo que hice en automático, tome la mano del individuo para girarla, supongo que la disloque, sujete su cuello y lo estrelle contra la mesa, el aire abandono sus pulmones al tiempo que este toco aquella superficie.
Estaba más que listo para enfrentar a los asquerosos de sus acompañantes, esa liberación de mi rabia la saboteo Serena al hacerlos retroceder con un taco.
Un sentido protector me embargo, la llevé a mi habitación, ya ambos estábamos ebrios y no aptos para cualquier competencia; aun así, fue un respiro del que me proveyó con sus locuras, cantamos, bebimos, discutimos sobre la apuesta, dábamos vueltas cuando, simplemente nos besamos fue un simple choque de labios, me gusto a pesar de que solo podía distinguir el alcohol en su aliento.
Seguido de un forcejeo que llevamos por toda el área, la estrelle en las paredes, ella huía para luego dejarse atrapar y reanudar besos ardientes que me excitaban, era muy tosca y me lo estaba poniendo difícil, perdí más prendas que ella, hasta que la aprisione en mis brazos, la levante con la intención de llevarla a la cama, cuando...
—¡Puaj!...
Vomito encima de mí, no me dio tiempo de llevarla al baño, era una escena bastante asquerosa, el lugar olía horrible, lo único que pude hacer es limpiarla un poco y dejarla que se le pasara la borrachera.
La deje en ese lugar mal oliente, abrí las ventanas para ventilar, esperaba que no fuera sonámbula y se arrojara de una de ellas. Aún la necesitaba viva para que me diera la gargantilla. Al día siguiente le envié el desayuno a su habitación, espere un tiempo prudente y me presente a su puerta, alego no recordar nada de lo sucedido y era perfecto, aunque no acepto que hubiera perdido en alguno de los juegos.
Más tarde y ante mi insistencia accedió a venderme la gargantilla, al parecer era una persona que me agradaría tener el placer de frecuentar, de no ser algo peligroso para ambos, la escoltamos hasta Christie´s donde nos entregó la gargantilla, así como los documentos que transferían la propiedad de aquella joya.
Compartimos una cena agradable en la cual me encontré fantaseando con sus labios, ahora que solo tendrían el sabor dulce, pues degustaba un postre, un día más en su compañía solo para irla a despedir al aeropuerto, no pude quedarme con las ganas y antes de que se perdiera.
—¡Discúlpame! —la tome de la cintura estrellándola a mi pecho y con la otra mano tome su cabeza para no dejarla escapar, al acercarme vi su cara de asombro, no hizo mayor esfuerzo por no corresponder ese beso, mordí su labio y era como lo había imaginado, malditas circunstancias, qué si me quedaba con ella un poco más.
Al separarme, limpie con mi pulgar el lápiz labial que había arruinado —Habrá una próxima y no te escaparas —le susurre al oído, para verla sonreír y negar al mismo tiempo.
Como si aquello no le afectara en lo más mínimo, la vi dar media vuelta y alejarse, el contoneo de sus caderas me embobo para ser franco, me había perdido la oportunidad de disfrutar de aquella belleza, todo por la borrachera que nos metimos.