El corazón de Luca estaba destrozado, devastado. Mientras avanzaba por la calle, sentía como todos sus sueños, objetivos y aspiraciones, se iban al caño. Toda la magia que mantenía atada a la esperanza, se hacía añicos, igual que la ilusión de un niño al descubrir que santa claus no es real. El juego de aros en su bolsillo pesaba, era imposible no sentirlos o ignorar su existencia, mientras se sentia un completo y total idiota. ¿En qué demonios había estado pensando todo ese tiempo? Era obvio que Camilla jamás se interesaria en alguien como él, una persona de bajos recursos, que a duras penas sabía leer y escribir. —¡Luca!—advirtió Aron a su lado, atrayendo la atención de su amigo, mientras lo sujetaba con fuerza del brazo. El movimiento fue veloz, preciso y acertado, logrando detener

