Gabriel
Hay Jesucristo bendito, envía a tu corte de ángeles y ayúdame un poquito, no seas malo conmigo. Cuando se trata de cometer estupideces ahí estoy yo, metiendo las cuatro patas.
Pero como no, si es como si un ángel hubiese susurrado a mi oído, fue como sentir un sueño hecho realidad, y para colmo se quita su saco, dejándome ver sus cuerpo perfecto, si se que tiene blusa, “joder” si solo a ella se le ocurre colocarse una blusa que no deja nada a la imaginación.
Lave un poco mi cara y tomé un poco, estoy pensando demasiado y mi pequeño amigo ya quiere reaccionar, no sé cómo hago para contenerme siempre, creo que un día de estos voy a estallar, y sin importar lo que pase conmigo la tomaré en mis brazos y la besaré.
Sí definitivamente saltaré sobre ella como un bendito animal, y la devoraré por completo, ahhhh, de solo imaginarme tenerla en mis brazos, hacen que todo mi corazón palpite de emoción.
Joder, si solo quiero hacerle el amor, una y otra vez, hasta más no aguantar. Quiero mostrarle el cielo ideal, beberme su dulce miel, sueño, sueño con estar a su lado, todo me está carcomiendo hasta el alma.
El sonido de la secadora me sacó de mis pensamientos, la abrí y saqué el saco de la señorita Eva, inhale por última vez así poder conservar una vez su aroma.
—Señorita Eva, ya está listo —dije llegando a la sala, sonreí al ver a mi madre junto a ella.
—Vaya, mi amor más grande está de pie —dije caminando hacia mi madre, dejé un beso en sus mejillas, y tomé su dulce y delicada mano.
—¡Gabriel!, deja de actuar así, que va a a pensar la señorita Eva —exclamo miadre al ver que la tomaba en mis brazos y la llevaba hasta el sillón.
—Lo siento mucho mi corazón bello, pero Camilo dijo que estabas agotada, así que ¿Cómo puedo dejar que la reina de la casa se fatigue? —exclame.
—Señorita Eva, siento el retraso, creo que debe querer matarme —dije sarcástico.
—No, al contrario…
Alce una ceja, y la mire fijamente, a qué se refiere ¿al contrario?, me querrá torturar por todo lo que le causó, bueno, es que de buena suerte no soy, creo que mi trébol de cuatro hojas se daño.
—Hay hijito, deja todo eso, mejor lleva a la señorita Eva a su casa, ya es tarde. Además Camilo dejó dicho que está noche saldrán, vaya ese muchacho nunca duerme —exclamó mi madre.
—Está bien mi reina, tus deseos son órdenes para mí, solo dile a Camilo que está noche tan poco saldremos, está noche no tengo ánimos de ir —exclame rascando mi cabeza.
Si, a mí querido amigo se le ocurrió la maravillosa idea de querer llevarme a un club de stripper, y desde luego que no pienso ir, ni que estuviera loco, siento que estaría traicionado a la señorita Eva.
Según Camilo me hace falta conocer una mujer, que me haga sentir y desde luego olvidar el amor que siento que corre por mis venas por la señorita Eva, desde luego que no.
La señorita Eva a pesar de ser solo una ilusión, un anhelo, es mi más grande amor, y no pienso traicionar lo que siente mi corazón por ella
—¡Gabriel!, ¡Gabriel!. —Alce mi cabeza, y ahí estaba ella, mirándome fijamente como si algo malo estuviera pasando.
—Vaya muchacho, ¿Estás enfermo? —exclamó mi madre mirándome con preocupación.
Joder, otra vez me sumí en mis pensamientos, ¿Tan obvio soy que piensan que estoy enfermo?.
—No madre, no estoy enfermo, solo pienso que hace falta poco para navidad, y Sophia sigue con la idea de hacerle la carta a Santa Claus —exclame, me acomode y caminé por mi abrigo.
—¡Veo que le enseñaste amar verdaderamente la navidad a Sophia! —exclamó mi Diosa de ébano.
—Si, incluso la ama mucho más que yo —dije dejando salir un enorme suspiro.
—¿Entonces cuál es el problema?, ella la ama, y por supuesto veo que harás lo posible por hacer de esta navidad mágica —dijo ella con una pequeña sonrisa.
—Haría lo que fuera por verla sonreír cada día, por ver el brillo de su mirada cada amanecer, solo que está vez santa no va a traer lo que ella tanto quiere —exclame.
—¡Gabriel!, no te quiero ofender, ni más ni menos, pero si necesitas dinero no dudes en pedirme —dijo ella, y yo una vez más me quedé viéndola como un bendito loco
—No se trata de dinero señorita Eva, Sofía quiere un unicornio…