En la mañana siguiente, el reloj biológico, sumando el ruido de los autos despiertan a Andrew que por un segundo, no entendió el porqué estaba en ese parque, hasta que al instante recordó la razón: Suertudo había muerto a causa del Sr. Suarez y por eso él había escapado, el chico se restregó su cara viendo que el parque donde estaba era más bonito de lo que pensaba, otro mundo al lado de lo lúgubre que lucía de noche pensó el joven, notando como varias personas ya se encontraban trotando, y unos cuantos haciendo otro tipo ejercicios, Andrew rápidamente se levantó de la tumba de Suertudo, no sin antes aplanar un poco más la tierra y acomodar el césped mal colocado, porque temía que si algún trabajador del lugar lo veía ahí, lo más probable era que le fuesen a dar una golpiza por arruinar el césped de esa forma, pensamientos extremistas que habían sido fundados por el hombre con el cual vivió durante más de la mitad de su vida.
Andrew cogió su bolsa despidiéndose de Suertudo, pensando en lo que iba hacer ahora, necesitaba buscar un empleo de lo que fuera, pero como decía el Sr. Suarez, él era un bruto al que posiblemente nadie le interesaría contratar, pero, aun así, lo intentaría, en algún lugar podrían necesitar a un "bruto" como él.
El muchacho continuó alejándose, todo con la intensión de huir más del Sr. Suarez, aunque eso significara que también se alejaba de su mascota, pero pese a eso, necesitaba hacerlo, en el camino Andrew entraba a cada establecimiento y tienda que veía preguntando si necesitaban a alguien para trabajar, pero en algunas ocasiones lo echaban al momento de pisar el lugar por su aspecto andrajoso diciendo que su presencia ahuyentaba a los clientes.
—¡Vete de aquí, no necesitamos a nadie, esa es solo una excusa para robar! — Exclama un hombre que empujó al muchacho para que saliera de su panadería.
Andrew después de ser echado como un perro del lugar, se mordió su labio inferior como impulso involuntario a su frustración, faltaba poco para que anocheciera y él en todo el día solo había recibido rechazos en cada lugar que entraba preguntando por empleo, el joven continuó caminando sintiéndose algo triste por lo fracasado que era, sus pasos no tenían un rumbo fijo, simplemente caminaba con la vista baja alejándose cada vez mas de Suertudo y el Sr. Suarez, hasta que tuvo que detenerse para ver algo que no había visto jamás en su vida, este muy sorprendido se percató que sus pies lo llevaron a un conjunto de residencias que parecían pequeños edificios, uno igual que el otro como clones de cemento, el lugar era hermoso sin duda alguna, pero eso no fue lo que le sorprendió, ya que ahora que se encontraba frente a una de esas hermosas viviendas, pudo ver por la ventana de esta, a una familia sentada frente a una mesa comiendo un montón de comida, estaba el padre, la madre, otra mujer mayor y tres jóvenes que Andrew suponía eran los hijos, todos comían y llenaban aún más sus platos con alimentos que parecían deliciosos, el joven al ver eso pegó su frente sobre esa ventana cerrando sus ojos e imaginando que él era una de esos muchachos que comía con su familia, y Suertudo, su perrito estaba ahí con ellos, sus cuatro patas funcionaban a la perfección, mientras su peso era el de una mascota promedio, y él después de comer se iba con su perro rumbo a su habitación, para acostarse en una cama acolchada, con muchas almohadas y sabanas calientes que lo abrigaban en la noche, no sin antes despedirse de sus padres, dándoles las buenas noches personalmente, e incluso para ser mejor la ilusión, estos le abrazaban y besaban deseándole dulces sueños.
—¡Largo o llamaré a la policía! — Exclama una voz extraña dirigiéndose al joven que estaba frente a la ventana.
Andrew abre sus ojos, alarmado, viendo hacia la dirección de donde provenía esa voz, se trataba de uno de los mayores que estaban dentro de la casa, ni siquiera se dio cuenta cuando salió, el muchacho vio que tras el hombre iban dos de sus hijos, y el más grande se acercó a él empujándole.
— ¡Fuera de aquí vago, mira como ensuciaste el vidrio! — Le dice el muchacho mientras pretende empujarle por segunda vez, pero el padre rápidamente lo sujeta para impedirle lo que pretendía hacer.
— ¡No te acerques! No sabes si esta drogado o armado... ¡Que te largues dije! — Exclama nuevamente el mayor, advertencia que esta vez Andrew no escatimó por ver como esas personas le veían, con una expresión que tenía mezcla de odio y repulsión.
— Lo siento... — Murmura el muchacho para después salir corriendo del lugar, sintiendo las emociones que pudo ver en los rostros de aquellos individuos, sentía odio y repulsión, sentimientos que iban dirigidos hacia su persona, su desagradable persona.
En la mañana siguiente.
Andrew encontró una plaza en la cual utilizó una de sus bancas como cama personal, su bolsa con equipaje sirvió a la perfección como almohada, el muchacho había caminado tanto, que podía asegurar que ya estaba bastante alejado del barrio donde antes vivía, sin mencionar que era lo más lejos que había estado jamás, aun con su vista medio nublada por los restos de sueño, se dio cuenta que al lado de él había una persona sentada, y el joven al enterarse de esto se reincorporó rápidamente, notando que a su lado se encontraba una chica, que también se volteó para mirarlo con sorpresa.
La muchacha llevaba varias horas sentada en aquella enorme banca, vio que un muchacho que parecía de la calle estaba durmiendo ahí, pero como ese siempre había sido su lugar preferido en la plaza, no lo despertó porque a fin de cuentas no le importaba tener compañía de un indigente que posiblemente estaba pasando la borrachera, o una muy fuerte dosis de alguna droga popular en personas de su clase, la joven por si las dudas antes de sentarse toqueteó al chico con su dedo índice, este se removió adormilado balbuceando unas palabras inentendibles pero no se levantó, razón por la cual aquella joven tuvo la locura de olerlo para ver si su hedor era soportable, y para su sorpresa no olía tan mal como pensaba, el lado positivo era que descartó que era un borracho, porque gracias a su inspección olfativa, el joven no hedía a alcohol barato, y por lo menor su mal olor era llevadero, es por eso que todos esos detalles dieron como resultado que ella ahora se encontrara a su lado.
Sin embargo, ahora el muchacho se estaba moviendo — Oh, ya se despertó... que fastidio — Pensó la chica alejándose un poco del chico indigente.
La chica observaba atentamente como el pordiosero se reincorporó con rapidez, y cuando el muchacho notó su presencia, se aterrorizó tanto que a ella la desconcertó un poco, no era para tanto, es por eso que cuando pretendía refutarle que ella era la que debía estar asustada, se tragó sus palabras al acto, no había visto el rostro del muchacho porque lo tenía cubierto con su brazo, pero ahora que este le miraba de una forma extraña, pudo notar algo que le sorprendió bastante, la mirada de ese muchacho era algo que jamás había estado acostumbrada a ver, sus ojos avellanados, de un color el cual era una linda mezcla de verde con destellos marrones que parecían brillar por la luz del sol mañanero, ahora la miraban de una forma indescifrable para ella ¿era miedo, indiferencia, pavor? No tenía idea, pero aun así la joven decidió inspeccionar aún más la fisonomía de ese sucio chico de la calle, su cabello era castaño completamente despeinado, los rasgos de su rostro eran finos, sin mencionar que sus labios carnosos entreabiertos eran los más hermosos que había visto en su vida, a pesar de que el inferior tenía una cortada, al parecer lo habían lastimado, el joven extraño tragó saliva cerrando sus lindos labios mientras desviaba la mirada hacia otra dirección, y en esta ocasión, la muchacha si pudo reconocer esa expresión que el joven hizo a continuación, se sentía nervioso y posiblemente avergonzado, sus mejillas rojas lo delataban.
Andrew rápidamente prefirió ver el suelo, ya que esa chica y él habían estado teniendo un extraño contacto visual que quizás resultó ser bastante incómodo para ella, pero él no lo pudo evitar, la joven que tenía a su lado le pareció la chica más linda que había visto en su vida, su cabello largo era color rojo cobrizo, de piel tersa con delicados rasgos que para el juicio de Andrew la hacían lucir como un ángel que cayó del cielo sentándose justamente a su lado, la cual le miraba con sus ojos verdosos llenos de pureza, y fue en ese momento que él entró de nuevo al mundo real, ella no era un ángel, tan solo era una chica realmente hermosa que misteriosamente estaba ahí al lado de él, un detalle que lo alarmó en gran manera, pero aunque quería levantarse para irse de ahí, y así no importunar a la muchacha, se sentía tan cansado y hambriento que no tenía ánimos para dar un paso más, sus pies le dolían demasiado, sin mencionar que casi no tenía fuerzas, es por eso que lo mejor que podía hacer era guardar las pocas reservas que le quedaban para cuando las necesitara más adelante.
— Lo siento... — Murmura Andrew rodándose un poco para alejarse de la muchacha.
La joven mira a su extraño acompañante de manera dubitativa.
— ¿Por qué dices lo siento? — Pregunta algo perpleja, observando que el joven repentinamente ya no la miraba, si no que más bien se alejaba de ella como si su ser tuviese una enfermedad contagiosa.
— Por estar aquí a tu lado... yo... emm... — Balbucea el castaño— No te molestaré... — Agrega en murmureos tímidos.
La joven abre sus ojos como platos mientras arquea una ceja.
— De hecho, que, si me molestas, porque este es mi lugar en la plaza, "mi lugar secreto" tiene una vista hermosa, casi nadie llega hasta aquí porque está bastante alejado, por eso siempre vengo porque me gusta estar sola... y ahora tu apareces a arruinar mi soledad, es molesto— Responde la joven esperando ver la reacción del joven que ahora la observa con una expresión aterrada, después de escuchar sus reclamos — No es para tanto... ¿Por qué me mira así? ¿Será que fui muy cruel? — Piensa la muchacha al ver esa mirada encrespada que tenía el indigente sobre ella.
Andrew después de escuchar aquello muerde su labio inferior observando a la joven, pensando que si de verdad tuviese fuerzas para levantarse lo haría, pero luego cuando recuerda que esta dijo que el lugar tenía una hermosa vista, con lentitud desvía su mirada hacia el frente, percatándose que la joven tenía razón, no se había dado cuenta, pero parte de la ciudad se veía desde esa banca, aun no entendía como es que anoche no se enteró de ese detalle, y sin querer sonrió, nunca había visto la ciudad de esa forma, le recordaban a las hermosas fotografías que aparecían en los calendarios que compraba el Sr. Suarez cada año.
— Es muy lindo... desde aquí la ciudad luce tan hermosa y apacible... es una lástima que, dentro de esos lindos edificios y casas, solo habitan personas desagradables — Comenta Andrew más para él mismo que para la chica, ya que prácticamente había pensado en voz alta, y cuando se dio cuenta de su error, tragó saliva mirando nuevamente a la muchacha y a su problema... que era él.
La jovencita achina sus ojos mirando como en un abrir y cerrar de ojos la linda sonrisa que repentinamente se había formado en los labios del muchacho se esfumó tan rápido como apareció, pensando que lo que había dicho prácticamente en susurros, ella también lo compartía, y al igual que Andrew, la muchacha emitiendo un suspiro desvió su atención hacia la vista de la ciudad.
— ¿Cómo te llamas? — Pregunta la chica de repente al joven que se sorprende por completo.
— ¿Mi nombre? — Indaga Andrew más impresionado que nunca ¿desde cuándo alguien le preguntaba su nombre? El joven hizo un recuento rápido, y sonrojándose de la vergüenza se dio cuenta que era la primera vez que alguien le preguntaba eso.
— Sí, tú nombre ¿o es que acaso no tienes? Yo me llamo Odette, mucho gusto — Se presenta la joven extendiendo su mano, observando que el rostro de Andrew se mostraba más sorprendido que nunca.
El chico de ojos avellanados miraba con sorpresa la mano extendida de la muchacha ¿en serio ella quería tocarlo, no le daba asco? Simplemente no lo podía creer, razón por la cual antes de estrechársela, disimuladamente la frotó con su jean, y una vez que creyó estaba más limpia, le estrechó la mano a la muchacha, notando al instante lo suave y delicada que era.
— Mi nombre es... Andrew, mucho gusto Odette, tu nombre... es hermoso — Murmura el muchacho de manera realmente tímida soltando la mano de la muchacha, no quería ensuciarla más.
Odette sintió como la rasposa mano del muchacho la soltó para regresar a su posición encogida y alejada de ella, con esa expresión tímida que también la hizo sonrojar ¿en serio le había dicho que su nombre era lindo? Eso de cierta forma le encantó porque nadie e incluso ella misma pensaba que su feo nombre podría tener algo de encanto, esta no pudo evitarlo y sonrió por lo bajo, pero luego cuando se dio cuenta que sus mejillas ardían, carraspeó su garganta mirando hacia su bolso para sacar su teléfono celular y así ver la hora, momento en que se puso a pensar en lo confiada que era ¿y si ese chico era un ladrón, un violador? ¡Un asesino en serie! Y ella como una demente ahí sola con él hablando de lo más tranquila, porque, aunque tuviese una cara bonita, y sus ojos no reflejaban maldad, no podía confiarse de esa carita de "yo no fui" porque después de todo los lobos se disfrazan de ovejas, es por eso que la muchacha con todas sus pésimas señales de prevención alertas, se levantó para irse de ahí.
— Me voy Andrew... no te quiero ver más por mi lugar secreto... adiós —Se despide la muchacha con su mejor tono de voz autoritario, y sin esperar que este le responda observa como el joven volvía a mirarla con esa expresión sorprendida ¿Qué había dicho ahora? Pensó Odette mientras su subconsciente le decía que realmente quería volvérselo a encontrar, esos lindos ojos avellanados no los veía todo el tiempo.
— Me llamó por mi nombre... — Pensó el joven que desde hace una década no escuchaba su nombre en boca de otra persona, un detalle que, aunque fuese estúpido, le había alegrado el día, tanto que ni siquiera escuchó la advertencia que le lanzó la joven al final.
— Adiós Odette... gracias por hablar conmigo... me gustó mucho — Se despide queriéndole decir que esa había sido la mejor conversación de su vida, y que le encantaría verla nuevamente, sin embargo, prefirió dejárselo para él mismo viendo como la muchacha ahora lo miraba con una expresión de sorpresa, abriendo sus enormes ojos verdes y su boca a causa de la impresión, mientras sus mejillas se sonrojaban ¿había dicho algo malo? Pensó al instante que vio su rostro rojo, y luego para su pesar, Odette sin decirle nada se marchó.
La muchacha prácticamente huye del lugar caminando a paso apresurado, no quería admitirlo, pero... le había encantado la mirada y las palabras que dijo al final Andrew — Hasta su voz era linda... ¿de dónde habría salido ese muchacho? ¡Ay por dios que me pasa, el chico era un indigente apestoso! — Se regaña la chica en pensamientos.
Odette mira hacia atrás con disimulo para ver si el chico aún seguía ahí y efectivamente aun continuaba sentado en la banca, pudo observar que volvió acostarse, detalle que a la muchacha no le importó, o por lo menos eso quiso pensar — Se me hace tarde... aunque ¡No quiero ir al colegio! — Pensó mientras caminaba a paso rápido intentando llenar su mente con pensamientos académicos, porque eso de estar pensando en un chico de la calle que acabó de conocer, no era lo suyo.
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El día transcurrió volando y Andrew aún seguía acostado en la banca, necesitaba comer algo y beber agua, porque si se ponía a pensar, hacia una semana que no comía bien, ayer no probó bocado alguno ni tampoco nada de líquidos, si continuaba de esa forma su pobre cuerpo no aguantaría más, es por eso que como pudo se levantó tocándose su estómago, no le quedaba de otra: tenía que buscar en algunos basureros comida, así como hacía antes que el Sr. Suarez lo acogiera.
Con un andar cansado caminaba viendo hacia cada extremo de la calle por algún contenedor de basura, luego en ese momento sintió una gota de agua mojar su brazo, el chico miró hacia el cielo viendo que esa gotita que le cayó solo era la primera de muchas que comenzaron a mojarle, mientras la pequeña llovizna rápidamente se transformaba en torrencial con algunos truenos incluidos, las personas que caminaban de aquí y allá, comenzaron a resguardarse como hormigas, y algunas más preparadas sacaban sus paraguas para no mojarse, mientras Andrew lo que hizo fue detenerse mirando hacia el cielo con su boca abierta para que la lluvia le diera de beber, las personas que pasan a su lado veían al extraño muchacho como si hubiese perdido la cabeza, Andrew simplemente los ignoraba, él tenía entendido que esas primeras lluvias no eran buenas, pero con la sed que tenía no le importaba, él simplemente continuaba bebiendo la poca agua que entraba a su boca y lo mojaba por completo.
Después, cuando creyó que había bebido lo suficiente comenzó a caminar percatándose que en la esquina cruzando la calle, había un restaurante, el chico abrió sus ojos de alegría, eso solo significaba que el basurero de ese lugar era un buffet lleno de comida que estaba esperando para él, razón por la cual corrió apresurado hasta ese pequeño establecimiento de comida.
Cuando llegó le dio la vuelta asumiendo que en la parte trasera había algún contenedor, pero para su mala suerte, él no fue el único que sabía acerca del posible basurero lleno de comida, porque el lúgubre y mojado lugar se encontraban otros tres indigentes más junto con varios gatos hurgando el conteiner como si no existiese un mañana, porque seguramente todos estaban tan hambrientos como él, Andrew se encogió de hombros viendo como esas personas se metían de cabeza en el enorme contenedor, hasta que en ese mismo instante un trabajador llegó para espantarlos y que así de esta forma se fueran, el castaño rápidamente se ocultó por temor a que lo fueran a ver.
— ¡Fuera de aquí, busquen un trabajo decente! — Grita uno de los trabajadores que estaba ahuyentando a los indigentes.
Andrew después de escuchar eso rio amargamente, él había estado intentando eso desde ayer sin encontrar resultado alguno, los tres indigentes, incluyendo hasta los gatos se fueron del lugar dispersándose a diferentes partes, uno de ellos pasó al lado de él, pero como Andrew miró hacia otra dirección el hombre ni siquiera lo notó, es por eso que el muchacho cuando se vio solo en ese lugar, miró hacia todas las direcciones y con disimulo corrió hasta el conteiner, este era de gran tamaño, el muchacho antes de lanzarse dentro del enorme recipiente como si fuese una piscina, vio hacia la puerta trasera del restaurante, al parecer nada ocurría, así que después de inspeccionar colocó sus manos sobre el borde del contenedor para después tomar impulso y así adentrarse para buscar comida, sin embargo en ese mismo instante la oscuridad del lugar, sumando la fuerte lluvia, se iluminó en un dos por tres por la luz que emanaba el interior del restaurant, un trabajador había salido, Andrew al notar la presencia del hombre rápidamente se alejó del conteiner viendo como el sujeto lo miraba perplejo, notando que este empuñaba una de las manos que no tenía una bolsa de basura consigo.
El muchacho al notar como el hombre parecía estar a punto de arremeter en contra de él, por muy extraño que pareciera, el rostro del Sr. Suarez suplantó al del sujeto y Andrew por el miedo que sintió en medio de su nerviosa huida se tropezó con sus propios pies, cayendo al mojado suelo mientras usaba su bolsa de equipaje para cubrirse, sabía que cuando el Sr. Suarez estaba molesto, lo mejor que podía hacer era mantenerse ahí, ya que huir no tenía ningún sentido.
El sujeto del restaurante vio como el extraño chico se escudaba con una bolsa, y juzgando por su aspecto supo al instante que era otro de los indigentes que siempre rondaban por el lugar.
— ¡Fuera tú también! Que molestia con esta gente — Exclama el hombre arrojando certeramente la enorme bolsa de basura al conteiner, notando que el muchacho no se iba.
Andrew tragando saliva lentamente se quitó la bolsa que cubría su rostro de encima, notando que el hombre que tenía frente a él no era el señor Suarez, ese simple detalle simplemente le tranquilizó en gran manera, es por eso que su poca confianza volvió a él.
— Quisiera un trabajo decente... aquí — Solicita el joven poniéndose de pie, mientras el trabajador después de escucharle se echa a reír.
— Pues este no es el lugar para ti... fuera — Recalca el hombre viendo que el muchacho no se movía de ahí, si no que ahora miraba el conteiner de basura.
— Ese basurero solo tiene comida podrida, ni siquiera lo pienses, si eres algo cuerdo te recomendaría que no metieras tus narices ahí... — Dice el trabajador leyendo los pensamientos del chico.
Andrew se encoge de hombros mirando hacia el suelo ¿Qué iba hacer ahora? Necesitaba comer y cuanto antes.
— Señor... ¿y si limpio los pisos, o boto la basura por usted? Podría trabajar de eso... a cambio de comida que no esté podrida — Propone Andrew mirando desesperadamente al hombre que sorprendentemente parece estarse pensando esa propuesta.
El trabajador mira de pies a cabeza al muchacho asumiendo que la idea no estaba tan mal, botar la basura era un trabajo molesto.
— Esta bien... te mantendré vigilado, porque si robas algo, yo mismo me encargaré de meterte en la cárcel... — Acede el hombre entre amenazas que Andrew realmente no escuchó.
Andrew sonrió como nunca antes viendo como el hombre le hacia un ademan para que entrara, y él como si fuese un niño corrió alegre al interior del restaurante.
Cuando estaban dentro se podía sentir lo reconfortante que era la temperatura cálida del lugar, el hombre sentó a Andrew en un lugar donde podía vigilarlo mientras llenaba en un plato de plástico un montón de comida, principalmente los restos de las ollas entre otras cosas que encontró, además de eso le sirvió un vaso de refresco llevándoselo al muchacho.
— Aquí tienes, come primero y después trabaja, esta algo fría, pero... esto es mejor que comida podrida — Asegura el hombre extendiéndole el plato al muchacho que lo recibe con una mirada de sorpresa.
Andrew antes de comer, observa la comida con sorpresa, era tanta que parecía una especie de espejismo, es por eso que el joven sin poderlo evitar sintió como sus ojos comenzaron a empañarse con lágrimas, nunca antes había visto tanta comida solo y exclusivamente para él... simplemente parecía un sueño.
— Gracias señor... me ha salvado la vida... — Murmura Andrew con voz entrecortada.
El hombre abre un poco sus ojos al ver que el chico parecía estar llorando, eso de cierta forma lo conmovió y además le hizo sentir bien, porque al parecer hizo su buena acción del día, por tan solo observar como el chico comía como un salvaje, le quería decir que no comiera tan rápido pero, su altruismo tampoco llegaba a tanto, este simplemente lo dejó solo en ese rincón para que comiera porque después de todo, él debía seguir con su trabajo, y si ese chico de la calle se iba no importaba demasiado.
Mientras Andrew comía, inconscientemente apartó la mitad de comida, este comenzó a llorar porque ya estaba acostumbrado a dejarle la mitad de todo a Suertudo, y de tan solo pensar que ese manjar no lo pudo compartir con el perrito lo entristeció bastante.
— Te hubiese encantado todo esto Suertudo... hay huesos... carne, pollo de todo — Musita viendo el plato de comida aun con lágrimas en sus ojos, luego sorbiendo su nariz eleva su rostro para buscar con la mirada al hombre que le había ayudado.
Con el plato en sus manos se encamina buscando al hombre, ya había terminado y como él dijo ahora debía trabajar, luego no fue necesario buscar más porque el mismo hombre lo encontró, volteándole sin mucha sutileza para que Andrew quedara frente a él.
—¿A dónde crees que ibas? — Pregunta el trabajador en susurros algo siniestros.
Andrew traga saliva encogiéndose de hombros al instante — Lo estaba buscando... quisiera llevarme esta comida, si tiene alguna bolsa donde la pueda meter, además como ya terminé de comer, puedo hacer el trabajo de sacar la basura — Explica el muchacho intentando ocultar su leve temor, por un segundo pensó que ese hombre lo iba a golpear.
El trabajador lo deja libre suspirando, lo mira de pies a cabeza arrancándole el plato de comida — Te la envolveré para llevar, mientras, comienza a limpiar el piso, porque como puedes ver por los momentos no hay tanta basura — Aclara el hombre señalando unas pequeñas bolsas de basura que no parecían tener tanta importancia.
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Después de trabajar, el hombre le entregó a Andrew un envase de plástico con más comida que él si no se equivocaba, era el doble de lo que él había dejado, el muchacho le alegró tanto ese hecho que no sabía qué hacer con tanta felicidad, porque ahora tenía para desayunar al día siguiente e incluso para aumentar su suerte, el hombre le dijo que fuera mañana en la noche para que le ayudara a cambio de más comida, un trato simple que Andrew aceptó sin pensarlo dos veces, el joven sintiendo sus fuerzas renovadas por tener el estómago lleno, esperanzas de trabajo y comida para el día siguiente, regresó a la plaza donde había dormido la noche anterior, era tranquila y además tenía una leve esperanza de ver a Odette cuando se despertara.