4: Su ausencia

1826 Words
Debido al éxito rotundo en New York, me encontraba viajando constantemente y para lo único que tenía tiempo era para pasar con mis hijos, necesitaba alguien que tuviera las cosas en orden y gestionará todo lo que estaba relacionado con sus funciones. — Necesito que pase la primera persona para el puesto — hablé con mi secretaria — también tráeme un café americano que no he desayunado nada. La primera aspirante pasó y empecé a leer su currículum, vaya que tenía muy buenas notas. A pesar que no tenía experiencia eso era algo que no nos interesaba en la empresa. — Muy bien, señorita Colette. Me gustaría empezar por felicitarla ya que sus calificaciones son espléndidas, quisiera hacer algunas preguntas en situaciones hipotéticas y la forma que usted las resolvería. — Perfecto, señor Carter — ella sonrió y se mostró solícita — espero que mis respuestas llenen sus expectativas. Empecé a preguntar, ella daba respuestas bastante simples y básicas a los problemas que se podían presentar en cualquier momento. Me sorprendía ya que espere un poco más debido a las calificaciones que mis ojos veían en esos momentos. — Muy bien — le extendí la mano y le sonreí — le agradezco por haber venido, una vez que tome una decisión se le va a enviar un correo en caso de que se contrate o no. Que tenga un buen día. Ella se fue y seguí entrevistando al resto de candidatas, cada una de ellas no llenaban mis expectativas a pesar de que algunas incluso tenían una amplia experiencia en otras empresas extranjeras. — Buenas, buenas — Paige entró a mi oficina — madre mía, siento que no puedo con esta camada. Siento como si fuera una loba con hijos encima y bien preñada. — Hola, Paige — le sonreí y la miré sentarse en el sofá con algo de dificultad — espero que todo esté bien con tus bebés. — Me conformo que den señales de vida, aunque a veces lo que hacen es darme patadas en las costillas e incluso se le quedan encajadas ahí. Eso es lo peor que una mujer embarazada puede pasar, te lo juro por Diosito. Pero bueno, no he venido a hablar aquí de mis bebés sino de la entrevista de secretarias internacionales, ¿Cómo ha ido todo? — Espantoso, no tienes idea las respuestas tan tontas que han dado. Esperaba un poco más de ellas pero al parecer lo básico se encuentra de moda hoy en día. — Bueno, me sorprende que digas eso. ¿Ha venido una chica con una niña? — No, ¿Por qué lo dices? — la miré con interés — pensé que esas eran todas las chicas que iban a venir hoy. — Pues no, lo digo porque ayer que bajé a darle unos documentos a la responsable de recursos humanos me encontré con una chica que cargaba a una niña de aproximadamente tres años. Le estaban negando la entrevista porque es mamá y el trabajo es demandante, pero decidí darle una oportunidad así que hablé con Doris. — Déjame ver — miré en la laptop los nombres de las chicas — aquí está, la chica que no vino se llama Saskia Montesco y sale que su cita fue reprogramada para mañana por algunos problemas. — Bueno, espero que venga porque siento que es buena en lo que hace. Además pude escuchar que le preguntó a Doris por el seguro médico para su hija, espero que la niña esté bien. — Habrá que esperar, dice que mañana vendrá y espero que con ella encuentre lo que tanto estoy buscando. — Estoy segura que si, verás como llena todas tus expectativas y tus necesidades. Algo me dice que esa chica es especial y vaya que yo nunca me equivoco. Paige se fue y yo seguí trabajando, por un motivo que desconozco por completo fue que recordé mi viaje a La Toscana. ¿Qué habrá sido de esa mujer? Mi querida Perséfone, ella fue especial en mi vida y puedo decir que ella fue capaz de hacer que olvidará a Paige. Mi relación con Paige nunca pudo llegar más allá de lo laboral, supongo que era lo que Adair me decía. No podía ser correspondido por alguien que no fue deparada para mí y durante cierto tiempo pensé que Perséfone era aquella mujer que el destino tenía para mí. — Lo único que tengo de ella es esto — miré la pulsera que guardaba en la caja fuerte — ¿Qué habrá sido de ti? ¿Será que te casaste? Es probable que si, para soledad en el mundo me encuentro yo. Genial, me enamoré de dos mujeres que no iban a ser algo más que un recuerdo en mi vida. Lo mejor era seguir trabajando, no podía vivir en el pasado y el trabajo era lo que me ayudaba en esta vida. Solo quería seguir adelante y dedicarme en completo a mis hijos que hacían la soledad más pasajera, aunque tenía que reconocer que en algún momento ellos se iban a ir para hacer sus respectivas vidas al lado de alguien que los amará como nadie me había amado a mí. El día transcurrió con total normalidad. Al llegar la hora de salida me fui a casa, mi apartamento se encontraba en un buen sitio de la ciudad y aunque no era lujoso, el calor de hogar se podía sentir en el ambiente. — Hola niños — puse las llaves en el bol que tenía en la entrada — ¿Qué tal les ha ido en la escuela? — Hola, papá — Vanesa fue directo a mis brazos y me dió un beso en la mejilla — nos ha ido bastante bien, les conté a los niños sobre lo sucedido y como esa bella señorita me salvó de esos malandros. — Agrega valiente — Mateo se acercó a nosotros — lástima que papá metió las patas hasta el fondo y no supimos su nombre. — Pero quizás papá sabe cómo se llama, al final ella iba a la… — Niños, ya dejen de hablar de lo que pasó en la mañana. Mejor vayan a lavar sus manos que al parecer la señora Toñita ya tiene la cena lista. Los niños se fueron y yo le ayudé a la señora Toñita, ella era mi ama de llaves desde hace cuatro años y me ayudaba mucho con mis hijos. Se quedó desde el momento que la busqué para irme de vacaciones a La Toscana a pesar que la había contratado de manera temporal, tanto Mateo como Vanesa se sentían cómodos con ella y la querían demasiado. — Vanesa me contó lo sucedido — ella me miró de reojo — vaya que has metido las patas, bueno, es un poco raro ver que pierdes el control de tu carácter, generalmente eres bastante tranquilo. — Con mis hijos eso no aplica, aunque tengo que reconocer que debí mantener la calma y preguntar antes de comenzar a acusar a esa pobre muchacha. Incluso su hija se puso a llorar y no tienes idea lo mucho que me dolió ver que esa niña tan tierna estaba llorando, sus cachetes redonditos estaban empapados por las lágrimas al pensar que la iban a apartar de su madre, sinceramente no sé por qué me dolió tanto verla llorar, supongo que es porque soy papá y me pongo igual con mis hijos cuando lloran debido a una enfermedad. Los amo con locura y no sé lo que haría si algo les pasa. — Espero que no se te haga costumbre — ella tomó la olla y sirvió el estofado en un recipiente — deberías buscar a esa chica y pedirle disculpas de manera verbal, no vengas a darle dinero porque es evidente que tiene buenos valores y el efectivo para ella no pesa tanto como sus creencias. Vanesa junto con Mateo me contaron todo con detalles y si que metiste bien hondo la pata. — Lo sé, espero que vuelva a ver a esa chica para pedirle perdón de manera más formal. No puedo creer que me excedí, es la primera vez que hago algo así y creo que será la última. Nosotros cenamos con total tranquilidad, los niños me contaban cómo había sido su día y sonreía al ver que eran felices. Sabía bien que había tomado la decisión correcta al adoptarlos después de la boda de Paige con Marcus, ellos fueron mi faro en la oscuridad. — Bueno, es hora de ir a dormir. Guarden sus cosas de la escuela y cepillen sus dientes, espero que hicieran la tarea. El fin de semana si pasan los exámenes con honores, los llevaré a New York para que vean a sus tíos, ya lo saben. — Papito, me gustaría pasar la navidad en New York — Vanesa me miró suplicante — tienes dinero así que ese no es un problema. — Veremos como salen esas calificaciones, además sabes que navidad se encuentra lejos y no se sabe qué va a pasar en el camino. Vayan a descansar. Los niños se fueron a dormir y pasé a darles el beso de las buenas noches. Toñita también fue a descansar y me quedé en la sala del apartamento, fui directo a la ventana y miré las luces de la ciudad, todo parecía tan tranquilo y justo por eso me gustaba sentarme aquí. Pensaba en que cada una de esas luces habían personas con hogares formados y eran felices, padres criando a sus hijos de la mejor forma que consideraban conveniente. La soledad a veces me pega bien fuerte y esta noche era una de esas. Aunque mis hijos pensaban que seguía enamorado de Paige, lo cierto es que ahora lo único que sentía por ella era un gran cariño que nada tenía que ver con sentimientos románticos. — Solo espero que Adair tenga razón — dije para mi mismo y bebí mi trago de un solo — que la mujer preparada para mí se encuentra allá afuera, lamento mucho lo que estoy diciendo, Perséfone, pero no puedo esperar a que aparezcas en mi vida cuando ni siquiera tu rostro es claro para mí. Me fui a dormir y como cada noche miré el espacio vacío que tenía al lado, ese que cada vez pesaba más en mis adentros mientras veía los días pasar y nada en absoluto cambiaba. La rutina puede ser demasiado cansada conforme los años avanzaban de forma tortuosamente rápida. Perspectiva de Saskia Perséfone finalmente se quedó dormida y yo decidí ir un momento al jardín. Miraba el cielo estrellado mientras pedía alguna señal divina que me diera alguna esperanza. — Papá, mamá. No tienen idea cómo los extraño y cómo los necesito — empecé a llorar — por favor aboguen por mí y díganle a Dios que no se lleve a mi pequeño pedacito de los campos Elíseos. Soporté su muerte, sin embargo estoy segura que no podré soportar la ausencia de Perséfone…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD