10- Nada puede salir mal

2252 Words
Pov: Demian Miro sus ojos que me miran llenos de expectativa y amor, ¡Al fin sus ojos me miran con ese amor, tan familiar para mí! — Yo quiero todo contigo, Bonita – acaricio su mejilla — Solo dime que tú también y luchemos por esto que aún no ha muerto — me toma de la ropa y me besa sorpresivamente, un beso intenso pero rápido. — Tú me haces ser una mala persona, Demian, soy muy ingenua pero quiero creer en ti — Paso mi mano por su cintura. — Prometo que no te decepcionaré, no lo haré de nuevo. Solo quiero saber sí podemos dejar el pasado atrás para poder empezar un presente juntos. — Sonríe de lado y esa es mi Bonita, esa que se ruboriza con sus ojos tan tiernos. — ¿Cómo haces que mi corazón lata así? Puedes ser el más imbécil y siempre me tienes así — Sonrío y pego mi frente con la suya. — El efecto Demian, Bonita – Se sonríe. — No sé cuándo te lo dije, pero no debí hacerlo, lo presumido no se te quita. — Y a ti lo hermosa, divina y tan sexy; tampoco se te quita – Me mira sonriendo divertida. Es lindo tenerla así; pegada a mi, la extrañaba. – Dem… – ¿Qué, Bonita? — ella va a hablar y escuchamos un ruido así que la tomo de la mano para ocultarnos tras el telón. Me quedo pegado a ella en este pequeño espacio, escuchando quién viene. — ¿Por qué nos ocultamos? — susurra y bajo la vista para verla ruborizada completamente. Es que estoy tan pegado a ella que la calidez de su cuerpo, puedo sentirla aún a través de la ropa. – Porque no puedo estar aquí, yo... rompí las reglas para sorprenderte, pero si me ven... — No dice nada solo mira mis labios y ella sabe que eso es provocador. Humedece sus labios como si pidiera de mí, cómo si deseara saborearme, yo quiero saborearla ¡Carajo! Tengo unas ganas de tocarla, besarla, sentir su calor, el olor de su piel. Soy como un maldito animal conteniendo mi instinto. La observo y de repente comienza a pestañar, para luego palidecer. – Y-yo, no me siento tan bien, Dem — me preocupa como cambia su estado. – ¿Qué te sucede, Bonita? – Parece que fuera a vomitar. ¡Miêrda! — Espera, salgamos, quizás hay poco aire — salgo del telón y no veo a nadie en el lugar. La tomo de la mano y la ayudo a bajar rápido, tomo sus cosas ágilmente y salimos del teatro por una salida de emergencia al patio, solo unos pasos y ella se detiene de una pared. – Voy a vomitar, no me veas — ruedo los ojos y sostengo su cabello. – Vamos, Bonita, no es tan grave — comienza a vomitar un poco, pero no demasiado. Suspira y me mira avergonzada. – Creo que comí muchos dulces. — sonrío porque parece niña pequeña diciendo eso. – Quizás comiste algo que te cayó mal – se incorpora y me señala su cartera la cual tengo en la mano. Saca de allí unas toallitas húmedas, se limpia la boca, también se enjuaga con agua y luego come un dulce de menta. Ella siempre ha sido una obsesiva de la limpieza y el orden, solo ella puede tener todo eso en una cartera. — ¡Qué pena, ahora todo esta sucio! — Ruedo los ojos. – Es pasto, nada pasará, solo creo que deberías ir a descansar un poco, no te ves bien y eso me preocupa. — Estoy bien, solo... Debería ir a casa. — No vas a ir sola, mira si te descompones en el camino — Me mira dudosa. — No creo que sea bueno que vengas a casa, no lo sé — la miro. — Tampoco creo que sea bueno que vayas sola, ¿Tienes miedo de mí? – No, ¿Qué dices, Dem? — escarba en su bolso y saca sus llaves. – No tengo miedo de ti, es de mí — Sonrío, conforme con eso. Porque solo me hace sentir tan tonto y enamorado saber que yo también soy su debilidad. — Prometo ser bueno – sonríe con diversión. – No sé si eso es mejor, cuando tú eres bueno, nada sale bien, Dem, es peor – Me acerco a ella. — Entonces soy malo. Te secuestro para tenerte solo para mí, una cama, tú sudada, gimiendo; como recuerdo bien lo haces cuando te toco, yo con mi cara entre tus piernas, probando lo dulce que eres, ¿Quieres eso mejor? — Abre la boca pero solo salen jadeos y estoy seguro que aprieta sus piernas porque ya la tengo mojándose por mí. ¡Mierda! Ser decente no me queda. Tengo una calentura, es que es mi mujer, yo no pido permiso para esto, solo cada día me despierto y la toco a gusto, tener que hacer todo esto solo para tenerla cerca es agotador, vale la pena sin dudas, por ella todo lo vale, pero es agotador. – Dem... — Mejor déjame llevarte a la casa y luego, solo dejemos que suceda, lo que deba suceder — pasa saliva y abre sus labios en un suspiro pesado. — No tienes remedio. – Sí lo tengo, eres tú — me inclino y dejo un casto beso en sus labios. – Vamos, Bonita — asiente y me da las llaves. Caminamos hasta su auto y ella solo sube mientras yo me pongo a conducir. Natural, así se siente y es que esto es lo más normal de la vida, yo cuidando de ella, esta es mi perfecta y única vida. — Sieni ¿Dónde está? — Pregunto ya que en la guardería no la vi. — Está con Cali, no quería ir a la guardería — asiento, sin dejar de ver el camino. — Ella es muy salvaje para la guardería, además, seguro ella ama estar con Milo. — Sí, ellos se llevan bien, ama a su tía Cali. — Qué loco ¿No? Ella le dice “tía”, sin saber que realmente es su tía — Freno en la casa. — Quiero que sepas que yo no quise ocultártela — dice mirándome con culpa. – Eso ya pasó, ya lo que es el pasado está en el pasado. — Bajo del auto y me apresuro para abrir su puerta. — Lo sé, pero para mí es importante que lo sepas. – Sale y caminamos a la entrada de la casa. – Lo sé, no te preocupes, Bonita — le doy las llave del auto. — Ya he cumplido mi parte, ¿Cómo te sientes? – Abre la puerta y me mira. — Bien... me siento bien. – De acuerdo, entonces yo... debería irme ¿No? – no quiero presionar nada. — Emmm.... es que quizás luego me sienta mal — sonrío porque eso es una excusa. — Aunque... sí — dice afligida — Deberías ir porque no quiero que terminemos mal — La miro sin entender. — ¿Terminar mal? — me acerco y la miro detenidamente. – Ya sabes, aunque dejaré a Josh, aún no lo he dejado y... no quiero sentirme mal, no quiero arrastrarte a tener este lugar que tú no te mereces. — ella queriendo ser linda y correcta y yo deseando que me deje pasar para hacerle el amor de nuevo. — A mí no me importaría tener ese lugar, además, confío en tu palabra, si tú dices que lo terminarás, para mí es suficiente. – Dem... – mira sus manos – Si dejo que te quedes ¿Cómo te dejaré ir luego? – Doy un paso más hacia ella, quedando de frente. Suspira y cierra los ojos. — No me dejes ir, dime que me quede y no me dejes ir, te extraño, te extraño tanto y es que siento fue una eternidad — en realidad sí lo fue, como cuatro años en esta realidad. Me inclino cerca de sus labios pero no la beso, solo dejo que nuestros alientos choquen. – ¿Tú también me extrañas, Bonita? – abre su boca buscando la mía como si de imanes se tratara.– ¿Extrañas que te toque, que te bese, que mi piel toque la tuya? ¡Dímelo!– No abre los ojos y busca con desespero mis labios. — Vamos, mi amor, solo dime que me quede y te prometo que te mostraré cuánto te amo, cuánto te extraño, veneraré tu cuerpo como el templo que es para mí. — Dem... Dem... por favor... – Me acerco más pero solo rozo sus labios. – Solo... solo bésame, por favor — me pego a sus labios con vehemencia. Entramos a la casa y cierro la puerta tras nosotros. No pregunto, solo la tomo de la espalda para pegarla a mí, ella no se queda atrás, comienza a estirar con desespero mi ropa, lo primero que encontramos es el sillón y la apoyo en él para seguir besándola mientras meto mis manos debajo de su blusa. Un jadeo mutuo sale de nuestros labios cuando toco la piel de su vientre. — ¡Solo mira cómo reaccionas a mí, Bonita! — Ella me quita la chaqueta, tirándola en el suelo, con descaro y sin pena me quita la camiseta, haciéndola volar también. Toca mi torso con sus manos haciendo que gima de gusto por sentir su tacto. — Luego soy yo la que muere por tus caricias, pero mírate nada más, cómo me has extrañado también – La pego a mí para besarla y destruir los botones de su blusa. – Te he extrañado como un loco, te necesito y no sabes cuánto, Mi amor — susurro en sus labios. Sus manos al igual que las mías, atacan nuestros pantalones y terminamos de despojarnos de la ropa más pesada. La tomo en mis brazos y ella sin pensárselo enreda sus piernas a mi cadera para que la lleve a la habitación. Solo quiero darle mucho amor y atención, solo quiero sentirla y sentirme tan sublime, como cada vez que le hago el amor. Entro a la habitación y caemos en la cama, beso su cuello de camino a sus pechos, muerdo su blanca piel a sabiendas que dejaré marcas, pero me encanta eso y a ella igual porque sus gemidos llenos de placer. ¡Maldición! ¡Es que es innegable que ella es mía! Despojo sus pechos de la ropa y me deleito con su dulzura, la forma en que se retuerce por mí. Hace demasiado tiempo que no la tenía así; tan indefensa y necesitada, es que la verdad yo no la dejo estar necesitada. Bajo mis besos a su vientre y ella me espera llena de ansiedad, ella sabe cómo puedo hacerla sentir. Deslizo su ropa interior y beso su pelvis, bajo más, encontrándome con ese dulce y precioso lugar, no por nada es, mi dulce Penny. Abro sus piernas y no es la excepción, como cada vez que yo la toco ella está empapada, lista para que entierre mi cabeza en este divino par de piernas. Y lo hago, solo paso mi lengua dos veces por su hinchado clítoris para sentir como se viene en mi cara, deleitándome con su exquisito sabor. Amo sentirla mover sus manos desesperada, amo que se sobresalte cada que vuelvo a tocar su clítoris. Amo cada momento que conlleva hacerle el amor a ella. Cuando la tengo totalmente agotada y con sus piernas temblando, es cuando más quiero de ella. Libero mi m*****o y la embisto sin pena, disfrutando de cómo arquea su espalda y ella gime tan fuerte que agradezco estamos solos, porque las ganas de escucharla así me estaban matando, aprieto sus piernas mientras las flexiono más para entrar más profundo. Me inclino a besarla y le hago el amor con tales ganas, que solo necesito sentirla venirse de nuevo para llenarla de mí. Acaricio sus mejillas, dejándola libre de cabellos para besarla suavemente. — ¡No sabes cuánto te necesitaba, Bonita! — Abraza mi cuello. – Y yo a ti, Dem. ¡No sabes cuánto te he extrañado, amor! — La beso de nuevo — Te amo, aún te amo demasiado — confiesa agitada. – Y yo infinitamente, mi amor — salgo de su interior y me recuesto a su lado, atrayéndola a mí. – Solo dime que Siena puede quedarse con Cali hoy y que me dejarás dormir contigo — pido, casi a modo de ruego. Asiente y sonríe al mirarme. — ¿Cómo haces para tenerme tan loca por ti? — Acaricia mis labios con su pulgar, apoyada sobre mi pecho. — Es porque estamos hechos el uno para el otro — sonríe. — Eso pensé muchas veces, de verdad que sí y... deseo que así sea, porque no quiero dejarte nunca más. No quiero alejarme de ti, no quiero sufrir extrañándote, ya no quiero vivir con miedo, quiero que me ames, quiero amarnos, quiero todo. – Lo tendrás todo, Bonita, te daré todo y más, lo juro — La acerco a mí y la beso. – ¡Te lo juro por nuestros hijos, Penny! No volveré a hacer ninguna estupidez, solo quiero estar a tu lado y amarte incondicionalmente. – Asiente con lágrimas en los ojos. — Y yo, nunca dejaré de amarte, es imposible que eso pase – La pego a mi cuerpo, abrazándola. — Ya está, Bonita. Estamos juntos de nuevo, nada puede salir mal.
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