Pese a ser todavía de mañana algo en el ambiente lo sobrecargaba, era precisamente la sensación de incertidumbre que tenía Alondra. Había algo que le advertía que no debía estar allí. Extrañamente el viento era helado y golpeaba su piel descubierta, pero ella apenas lo sentía. La dirección que le había dado la extraña mujer le había conducido a un viejo almacén abandonado en las afueras de la ciudad, cercano a la playa,era un lugar rodeado de fábricas cerradas y calles desiertas. Las luces de los postes titilaban, emitiendo destellos moribundos sobre las paredes de ladrillos desgastados. Con el corazón latiendo en su garganta, Alondra se adentró en el edificio. Era una estructura bastante desgastada, daba la sensación de estar entrando a un lugar bastante peligroso, no se veía la presenci

