Capitulo 4

463 Words
Nicolás Julia tomó su mochila junto con unas telas que había comprado para hacer el curso, y se marchó sin decir nada. La ví salir de la casa, un poco confuso y tal vez un poco culpable. Tal vez yo le había dicho algo que la hubiera molestado. Aunque a decir verdad intentaba siempre, ser amable con ella. Llevamos varios años de conocernos y después de un tiempo: estábamos viviendo juntos, a pesar de eso no habíamos tenido hijos; creo que era más bien decisión unitaria. Ambos sabíamos que criar un hijo, con llevaba una gran responsabilidad que creo que ninguno de los dos estaba preparado. Mientras me encaminaba al café, el cual quedaba de pasada hacia mi trabajo. No pude evitar sentirme un poco atraído hacia ese sitio, tal vez era el singular tamaño que tenía o la calidez que emanaba en su interior. Estaba decorado con un estilo vintage lo primero que encontrabas al ingresar: una gran lámpara de esas antiguas. Una fachada de madera en el exterior y varias mesas de hierro en forma redonda, decoraban el sitio. > Algo que me encantaba de ese sitio: la forma en la que todo se manejaba con simpleza. Desde el primer momento que entré, siempre me senté en la mesa nueve. Me agradaba el hecho: me atendiera aquella muchacha de ojos verdes llamada Lucía. En esos días, me doy cuenta que mi visita hacia ese sitio, se había formado parte del día a día; sin embargo aquí me encontraba, intentando despejar mis problemas matrimoniales tomando un café, el cual siempre era preparado con las mejores manos. Me sentía siempre a gusto en este sitio, y no podía evitar venir cada día. —Bienvenido a la lámpara ¿qué desea ordenar? —comentó aquella muchacha de ojos verdes con una sonrisa amable. —Quiero un café con medialunas —comenté ella asintió y fue a buscar el pedido. No pude evitar recordar el día que se le habían caído los tomates, incluso casi había sido atropellada; me había parecido bastante gracioso a decir verdad. Minutos más tarde. No pude evitar mirarla de reojo, se veía bastante pensativa. Tenía siempre un cuaderno en su mano, guardaba en su bolsillo derecho, y siempre notaba algo como si cada idea, valiera oro para ella. > Si cabello, algo enredado rebotaba en su espalda. Cuando ella se acercó a mí con el café y las medialunas: le agradecí. Me daba curiosidad, eso era algo que hace mucho tiempo no sentía hacia alguien. No pude evitar quedarme perdido, en mis pensamientos mientras daba sorbos en el café. Tenía bastantes problemas, e intentaba apaciguarlos con mi mente. Podía sentir la mirada de ella a distancia, sin embargo sabía que le producía la misma curiosidad, que ella producía en mi.
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