Nueva en la cuidad

1598 Words
KENDRA El sol abrazador me golpea con fuerza, haciendo que se formen pequeñas gotas de sudor en la nuca. Tengo la mano húmeda donde sostengo el portapapeles y me limpio la frente con el otro brazo. Me siento un poco ridícula, sudando como un cerdo mientras dirijo a los de la mudanza, que son quienes hacen todo el trabajo real. Sabía que Los Ángeles hace calor, especialmente en junio, pero nada podría haberme preparado para esto. Para una chica nacida y criada en el medio oeste, el “clima para pantalones cortos” es prácticamente cualquier temperatura por encima de los 60 grados. Cien grados bien podrían haber sido un millón, a pesar de todo lo que signifique para mí. Ver un número en un informe meteorológico es completamente diferente a sentirlo en persona. Me llamo los labios agrietados por enésima vez; la humedad, o la falta de ella, es otra cosa a la que tengo que acostumbrarme. –¡Hola– llama una voz femenina alegre! –Parece que te vendría bien esto– Me giro para ver a una mujer alta, rubia sucia, que me ofrece una botella de agua. Trago saliva al ver las gotas frías que se deslizan por el plástico. –Oh…gracias– la acepto y bebo rápido. Antes de darme cuenta, la botella esta medio vacía. Ladea la cabeza con una leve sonrisa. –Eres nueva por aquí, ¿verdad? – –¿Cómo lo supiste? ¿La falta de bronceado?– Miro mis brazos claros como la panza de un pez que contrastan con la piel perfectamente bronceada de esta mujer. A pesar de que mi piel no es completamente blanca, ya está empezando a ponerse rosada con los primeros indicios de quemaduras solares. Maldita sea. Pensé que me había puesto suficiente protector solar. –Iba a decir que todavía te ves brillante y esperanzada. Además, no llevas tu propia agua- Extiende la mano. Sus uñas son de un rojo intenso, perfectamente cuidadas y demasiado largas para ser reales. –Soy Roxy. Parece que seremos vecinas. Estoy en la unidad 3C. Le estrecho la mano con firmeza. –Soy Kendra. Unidad 4B– Ahora que ya no estoy lista para morirme de sed, puedo ver bien a mi nueva vecina. Tiene piernas que llegan hasta el suelo, como diría mi madre, aunque sus sandalias de tacón de aguja me hacen pensar que es más alta de lo que realmente es. lleva unos Daisy Dukes y un top azul sin mangas que desafía las leyes de la física para contener sus enormes pechos falsos. También lleva suficiente maquillaje como para disimular una base de maquillaje pesada como una pared y un rubor brillante, un brillo de labios rosa intenso y brillante, un exuberante bosque de pestañas postizas y cejas depiladas y delineadas que se arquean sobre unos ojos con sombras turquesas. En general, no es el tipo de persona con la que normalmente me juntaría. Pero parece dulce, y con mi camiseta sin mangas empapada de sudor, mis pantalones de yoga y tenis, tampoco es que este vestida exactamente para el éxito. –Entonces, ¿Qué te trae a la ciudad de Los Ángeles? Pregunta. –¿Buscas triunfar en Hollywood? – –En realidad, tengo una pasantía de verano en un bufete de abogados en el centro. Empiezo el lunes– Eso es todo lo que necesita saber. No desarraigué toda mi vida ni me mude al otro lado del país para vivir en el pasado. Quiero darle uso a mi nuevo y brillante diploma, sumergirme de lleno en mi carrera y dejar a cierto imbécil en el polvo. –¡Oh, vaya! Nunca podría hacer un trabajo de alto nivel como ese…demasiado estrés. Ya trabajo suficientes horas– Su mirada oscura se desliza sobre mi hombro, y su expresión de repente se agria. –Ugh. No mires ahora, pero…– Por supuesto que miro ahora. junto a la escalera exterior, dos hombres con camisas de vestir y trajes arrugados estan hablando. Ambos son atractivos, y uno de ellos no deja de mirarnos de reojo. Parece de mi edad, tal vez uno o dos años mayor. Es ridículamente guapo, con una mandíbula angular con la cantidad justa de barba incipiente y una sonrisa burlona que pide a gritos ser abofeteada o besada. Su cabello corto castaño está cortado lo suficientemente largo como para agarrarlo, aunque no estoy segura de por que necesitaría agarrarlo. Sus hombros anchos y su cintura esbelta insinúan unos músculos muy bonitos debajo de su atuendo de negocios. Incluso más allá de su atractivo superficial, hay algo extrañamente magnético en él, algo que hace que mi estómago se revuelva agradablemente con solo mirarlo. Algo que hace que su más mínimo movimiento grite sexo. Sintiendo calor por razones que no tienen nada que ver con la temperatura real, rápidamente me vuelvo hacia Roxy antes de que el hombre pueda notar mi mirada. –¿Quiénes son esos tipos? – –Esos son Kevin Evans y Gavin Hudson. Son los inversores inmobiliarios que poseen este edificio, muchos edificios…por aquí, en realidad– –¿En serio? Ambos parecen tan jóvenes. Alguien debe tener un padre rico– resisto la tentación de volver a mirarlos. –¿Qué tienen de malo? ¿Estafan a la gente con el alquiler o algo así? – Roxy niega con la cabeza. –No, todo lo que está en papel está bien. Estos lugares valen con creces lo que pagas por ellos– Dios, eso espero. Mi nuevo condominio de lujo es probablemente el mayor derroche que he hecho. A veces todavía me siento culpable por gastar tanto dinero, incluso si es una buena oferta para una ubicación en Hollywood Hills. Pero pensé que me merecía un capricho después de sobrevivir a la facultad de derecho, además de mi última ruptura. Además, si voy a caminar como una abogada de la gran ciudad, también debería hablar como se debe. “vístete para el trabajo que quieres” no solo aplica a la ropa, ¿verdad? Me doy cuenta de que Roxy ha continuado sin mí. -…Y Kevin es un tipo bastante agradable. Es educado cuando viene, lo cual no es frecuente. Pero Gavin es el propietario aquí, y es el de quién debes cuidarte. Se ha acostado con la mitad de las mujeres solteras de la ciudad, incluso con algunas de sus propias inquilinas. Trata sus propiedades como un bufet libre. Que pedazo de mierda tan descarado. Y vive arriba en el 5B, así que nadie puede alejarse de el sin mudarse– Su historia se siente como un balde de agua fría directamente en mis bragas. Un pasado accidentado como ese mataría el entusiasmo de cualquiera, sin importar lo atractivo que sea el hijo de puta. Ya he tenido suficiente de los hombres que no pueden guardarse lo que me dure toda la vida. además, estoy aquí para tener éxito, no para acostarme con mi nuevo casero, ni con nadie, para el caso. Reprimo lo que me queda de libido y asiento con la cabeza hacia Roxy. –Me alegra saberlo. Gracias por la advertencia– Ella hace un gesto despreocupado con la mano. –No hay problema, cariño. Las chicas tenemos que cuidarnos unas a otras, ¿verdad? – –Hola señora– dice un tipo corpulento que se mueve, interrumpiéndonos. Está de pie junto a nosotros con una caja mediana bajo el brazo. Sus ojos no estan enfocados ni remotamente cerca de nuestras caras. –¿En qué habitación quieres esto? – Con mi lápiz señalo las enormes letras mayúsculas escritas en marcador n***o en el lateral de la caja. –La etiqueta dice “baño”, así que va en el baño. Cualquier lugar está bien– cruzo los brazos sobre mi escote y levanto las cejas, haciéndole saber que lo he pillado. –La próxima vez que quieras echar un vistazo más de cerca al pecho de una mujer, intenta encontrar una mejor excusa– Me lanza una mirada seria y sucia. Pero yo solo lo miro con la mayor frialdad posible que se aleja de nuevo. Roxy se ríe detrás de su mano. –Creo que esta es mi señal. Dejaré que termines de mudarte, pero deberías venir a tomar una copa de vino algún día. O podemos almorzar. Charlar un poco de chicas– –Claro, eso suena bien– respondo con una sonrisa. Y realmente suena bien. No conozco a nadie en esta ciudad grande y extraña, así que me vendría bien una amiga. Saluda con la mano mientras se aleja y luego desaparece hacia el estacionamiento. Con suerte, tendré tiempo de pasar el rato con ella. En la facultad de derecho, no era ajena a las semanas de ochenta horas, y todos mis profesores decían que ejercer la abogacía en el mundo real es aún más agotador. Pero sé que puedo soportar lo que sea que me depare esta pasantía. –¡Que venga lo que sea, carajo! – me digo en silencio. Vuelvo a marcar cosas en mi portapapeles y a dirigir la mudanza. A pesar de las mariposas en el estómago cada vez que pienso en mi nueva vida, no tengo ganas de que llegue el largo y sucio fin de semana de desempacar cajas que me espera. Y luego tengo que instalarme en mi trabajo, concentrarme en estudiar para mi examen de la barra el próximo mes… Se acercan pasos, crujidos silenciosos en el asfalto. Levanto la vista para ver a Gavin el playboy de pie justo frente a mí. Oh, Dios.
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