Estrictamente como amigos.

1370 Words
GAVIN M primer pensamiento es que no es de por aquí. su piel es clara y cremosa, no bronceada con el bronceado dorado que la mayoría de los nativos de California mantenemos todo el año sin ningún esfuerzo. Su cabello es oscuro, le cuelga a mitad de espalda, y lo aparta mientras vuelve a mirar el portapapeles que sostiene. No puedo evitar presentarme, aunque no haya ningún propósito para ello. Simplemente soy el dueño del edificio; no estoy involucrado en el día a día de su gestión. Si Kendra necesita ayuda o tiene preguntas sobre su nuevo condominio, trabajara con nuestro administrador del edificio en la oficina de la vuelta de la esquina. La verdad es que solo quería ver esas curvas de cerca. Y, Dios mío, la vista mejora cuando más me acerco. Ese culo firme y redondo necesita una buena nalgada por ponerme la polla tan dura. Tetas de tamaño generoso, hombros suaves y bien formados, y ahora que realmente puedo ver sus rasgos, mi mirada se centra en su rostro. una nariz respingona, pómulos altos, labios carnosos y pestañas negras y gruesas descansan sobre sus mejillas mientras mira hacia abajo. Me elevo sobre su pequeña figura, pero nada en ella es diminuto. Sospecho que hay una robusta confianza en sí misma justo debajo de la superficie. Tiene los hombros echados hacia atrás y se mantiene erguida y orgullosa. Noto que no tiene ningún problema en decirle a ese tipo que se mueve que mantenga sus ojos fuera de sus tetas. Mi tipo de mujer. Como si sintiera mi presencia, Kendra levanta la vista cuando me acerco. Sus ojos cautivadores, dos grandes ojos cafés llenos de curiosidad. Es una pensadora profunda. Una chica reflexiva si mis intuiciones son correctas. –Eres nueva aquí– le digo, con un tono seguro y directo mientras la miro directamente a los ojos. A las mujeres les encanta esa mierda. Y no podría apartar la mirada ahora mismo, aunque quisiera. Dios mío, es guapa. Como la primavera, una erección incómoda y un orgasmo demasiado pronto, guapa. Estoy metido en un buen lío. Momentáneamente sin palabras, meto las manos en los bolsillos y espero a que responda. –¿Qué me delató? – Espero una sonrisa amistosa o al menos una mueca picara, pero Kendra me observa con expresión cautelosa y ojos cautelosos. Su tono es plano y sin emociones. Maldita sea, eso duele más de lo que debería. Extendiendo una mano hacia ella, intento esbozar una sonrisa cálida. –Soy Gavin Hudson. Soy el dueño del edificio y vivo arriba. Solo quería presentarme y ver si necesitas algo– -Soy Kendra. Y estoy un poco ocupada, si me disculpas– Baja la vista a su portapapeles una vez más. De ninguna manera, cariño. No te vas a deshacer de mi tan fácilmente. Levanto las manos y mi sonrisa se ensancha. –Soy inofensivo– –Eso no es lo que dijo Roxy– Kendra me mira mientras dice esto sin ninguna calidez en sus rasgos. Eso era lo que temía. –Soy un osito. Lo prometo– le guiño un ojo y Kendra estalla en una carcajada. No es la reacción que esperaba. –Lo siento– levanta una mano mientras intenta controlarse. Un hipo más y ahí está. Baja la mano y me sonríe. –¿De verdad te funcionan ese tipo de frases? – Ignorando su pregunta, intento recuperar el control. –¿De dónde te mudas? – –Chicago. Me acabo de graduar de la facultad de derecho y tengo una pasantía en Walker, Price y Pratt. Empiezo el lunes– –Escuché que eras abogada– Ella niega con la cabeza, y hay una mirada distante en sus ojos, como si estuviera pensando en algo desagradable. –No soy abogada. Todavía no. soy una pasante legal durante el verano– Asiento con la cabeza. Incluso un ciego podría ver que esta oportunidad de trabajo es importante para ella. Se ha mudado al otro lado del país por ello, y supongo que tiene que demostrar su Valia este verano para que la contraten a tiempo completo. –Walker, Price Y Pratt…eso está en el centro, ¿verdad? ¿Cerca de Pershing square? – Ella asiente. –Creo que sí. Al menos eso es lo que dice Google Maps– Asiento. –No es difícil de encontrar. Y hay una gran tienda de sándwiches a poca distancia. Se llama La cabina de Louis. Simplemente evita la ensalada de atún, y estarás de maravilla– Cometí el error de pedirla una vez. Nuca más. Me estremezco solo de pensarlo. Pasé las siguientes veinticuatro horas en el baño, y mi buen amigo Kevin tuvo que hacer de niñera devolviéndome la salud. –Gracias por el consejo– –Cuando quieras. Para eso estoy aquí– ¿para qué estoy aquí? ¿Por qué estoy aquí hablando con esta hermosa mujer que sé que no puedo tener? Ella simplemente se queda parada allí en la acera bajo la brillante luz del sol, como si estuviera esperando a ver que hago a continuation. Nunca me he sentido tan inseguro de mi mismo. Si Kevin no me hubiera dado una reprimenda verbal, ya la tendría arriba en mi departamento con las bragas alrededor de los tobillos. –Deberíamos tomar algo más tarde cuando termines de mudarte– le digo. Espero que esté lista para dar por terminado el día. Es casi fin de semana y son las cinco en punto en algún lugar. Tal vez el alcohol calme esta tensión entre nosotros. Se muerde el labio inferior, pensándolo bien. –De verdad que no puedo. Lo siento– Dando un paso más cerca, me inclino hacia ella. –¿Se trata de algo que dijo Roxy? – mierda Roxy. Su mirada se aparta de la mía y se posa en el camión de mudanza donde los hombres que levantan cajas gruñen y se apresuran a tomar el ascensor. –No es eso, es solo que estoy aquí para concentrarme este verano. Acabo de salir de una mala ruptura y no estoy buscando nada– –¿Qué dijo ella? – Mi tono sale más autoritario de lo que pretendía. –¿Roxy? – pregunta. Asiento. Kendra se muerde el labio inferior de nuevo. –Que eres un sucio, un sucio prostituto que se ha divertido bastante. Y algo más– –Cierto en todos los sentidos– No pretendo negarlo. No me gustan los mentirosos, y así que me acostumbro a no serlo nunca. Kendra me mira. Maldita sea. Esos ojos. Es como si vieran a través de mí. –Si que te guste el coño es un delito, entonces enciérrame. Soy tan culpable como cualquiera. Me gusta su sabor, me gusta su olor y, especialmente me gusta cómo se siente cuando…– Levanta la mano, sus mejillas se tornan de un rosa brillante. –No termine esa frase, señor Hudson. Ya entiendo– Mierda. ¿He estado divagando sobre lo mucho que me encanta el coño? Necesito controlarme La miro. Su pulso se ha acelerado en su garganta y su cara está sonrojada. Me dedica una mirada ¿la mirada que las mujeres normalmente solo me dan cuando quieren arrodillarse y servirme? ¿O hay algo en sus ojos? Mi pene cobra vida. Su mirada baja a la parte delantera de mis pantalones. –Tengo una gran polla por delante– dice, y sus mejillas se ponen rojas como platos. –Me refiero a un gran día. Día– repite. –¿Estás bien? – le pregunto mientras se sacude ese enorme desliz freudiano. Traga saliva y toma una profunda bocanada de aire. –Estoy bien– –Escucha– La urgencia de extender la mano y tomar la suya, de conectarnos físicamente de alguna manera, me invade. Pero presiono. –No estoy buscando un rollo. No pretendo insinuar nada. De verdad. Podríamos salir, estrictamente como amigos, y podría enseñarte los alrededores. Eres nueva en la zona. Podría ayudarte. Eso es todo lo que quería decir. Me recuerdo: Solo amigos. Puedo hacerlo. Puedo demostrarle a Kevin que está equivocado. Aprieta los labios y supongo que está a punto de derribarme cuando suspira de nuevo.
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