Lo que perdí.
— ¿De nuevo esa pesadilla? ‐ me miró con tristeza y con una extraña expresión de preocupación.
— No puedo evitarlo... - pude notar que sudaba como si acabara de ejercitar mi cuerpo.
— Sé que ha sido difícil para ti, pero tienes que intentarlo, de cualquier manera estoy segura que él odiaría verte así ‐ se levantó y dio pasos lentos hasta la ventana.
Es hora de que vuelvas a tú vida - no apartó la vista de los edificios fuera y su voz parecía fría. — Sé que te duele... pero esta no eres tú.
No recordaba la última vez que me había duchado, a pesar de sentir que no podía con mi propio olor, las lagañas y mi cabello totalmente reseco no sentía que me podía parar de aquella cama ni siquiera para algo tan sencillo como eso.
— ¿Qué es lo que esperas de mí? - le dije con una voz muy baja.
— Mírate - me dijo con una expresión de arrogancia - hace días que no te levantas de esa cama, tus ojeras hacen que te veas como un zombi, casi ni has comido y empiezas a perder tú encanto... te ves - esperaba que estuviera pensando en la forma menos cruel de decirlo - espantosa, sin vida, sin ilusión y completamente fea.
A pesar de sus palabras tan hirientes nada me podía doler más que el hecho de sentir que lo había perdido todo.
— No tienes derecho a juzgarme... estoy pasando por mi peor momento y lo único que deseo es morir.
— ¡Basta! - gritó tan fuertemente que sentí como todo mi cuerpo temblaba. — Eres una egoísta, ¿has pensado en lo mucho que le duele a nuestros padres verte de esa manera? Sin siquiera querer salir del maldito hoyo en el que ese miserable te dejó. Es muy molesto ver que te importas tan poco como para dejarte morir así de fácil.
No pude aguantarlo más, aunque lo intenté respirando varias veces mis lágrimas empezaron a salir y avergonzada me llevé las manos al rostro.
Había algo que me dolía más que estar postrada en esa cama sin querer mover ni un dedo.
— Lo olvidé, de acuerdo- grité dejando salir aquello que pensé que nunca podría.
— ¿Qué fue lo que olvidaste? - al fin apartó la vista de la ventana y se dirigió hacia mí, podía ver su rostro de molestia y preocupación a la vez por el pequeño hueco que había formado con mis dedos cuando me cubrí el rostro.
— A él... - solté un gran suspiro- no sé de quién hablas y eso es lo que me hace sentir más miserable... yo solo quiero estar aquí porque he perdido todas las fuerzas que me quedaban y aún no entiendo del todo por qué.
El sueño que se repetía noche tras noche no me dejaba tranquila, había pasado tanto tiempo sin dormir porque ya no quería revivir ese momento que me generaba tanta ansiedad.
— Veo que despertaste- dijo un doctor entrando en la habitación, interrumpiendo mis pensamientos y la dulce plática que estaba teniendo con mi hermano Andrews.
—¿Cómo salieron los resultados doctor?- preguntó Andrews intrigado.
— Bueno... es un milagro que esté viva con el golpe que recibió.
Mi hermano lo miró como si fuera a asesinarlo, como si no quisiera que yo supiera.
— ¿Así que estuve a punto de morir?, sin duda habría sido mejor que esto.
— Este no es uno de los dramas en los que estás involucrada.- Dijo él mirándome decepcionado por mi comentario.
— Se trata de mi vida... así que si elijo que sea un drama lo es.- Me di la vuelta para no mirarlo.
— Al menos no has perdido la increíble personalidad rebelde que te caracteriza Jane - contestó con una pequeña risa, se notaba que estaba más tranquilo.
— Ya que el ambiente ha cambiado continuaré con el diagnóstico- el doctor abrió un expediente y empezó a revisarlo detenidamente- lo que sospechaba. Por el golpe en tú cabeza se dañaron algunos nervios encargados de llevar información al cerebro, nada de qué preocuparse ahora, pues estás fuera de peligro. Solo que hay un pequeño problema... has generado una pérdida de memoria selectiva, seguramente por el trauma, es muy probable que los recuerdos que hayas borrado ya no regresen. Te recomiendo que vayas a terapia, te ayudará mucho con lo que estás sintiendo ahora mismo. Este es el contacto de una muy buena doctora que conozco.- Estiró su tarjeta y la colocó en el pequeño mezón que se encontraba junto a la cama.
Me quedé en silencio, aún trataba de asimilar lo que me habían dicho... así que ya no podría recordarlo y ahora mi vida se sentía como un barco a la deriva.
— Lo importante es que ella esté bien, le agradezco por su servicio.- Caminaron hasta la puerta de la habitación murmullando, no pude escuchar ni una sola palabra.
— Lo ves, no tienes razón para seguir aquí. Hablaré con mis padres, pasarán por ti en la noche.
— ¿No me hablarás de él?, a caso no te basta cómo me veo para darte cuenta lo mal que estoy.
— Escucha Jane, te lo diré una sola vez, ese tipo no es alguien de quien tengas que saber y créeme cuando te digo que por el bien de todos fue mejor que lo olvidaras. Al parecer no era para tanto o ¿a caso no eras tú quién decía que uno jamás puede olvidar a quién más ama?
Se marchó, dejándome con mil preguntas y la sensación de que no importara lo que hiciera, aquello que había olvidado me había hecho perder la parte más importante de mí.
Di mil vueltas en la cama, tratando de recordar, pero por mucho que me esforzara solo venían a mi mente recuerdos de mi niñez. Odiaba estar así.
— ¿Sigues en esa cama?- escuché la voz de mi padre detrás de mí, como si no hubiera sido suficiente con la visita de Andrews, al parecer habían pasado horas desde su visita.
— Lo que decida hacer es cuestión mía- mí voz sonó fría.
— ¡Basta! No permitiré que te encierres dentro de ti y dejes que está situación controle tú vida, no nos gusta ver que has decidido morir sin haber intentado salir adelante- empezó a guardar mis cosas en una pequeña maleta que traía en su mano.
— ¿Qué haces papá?- grité.
— Lo que debí hacer hace tiempo... te levantarás de esa cama y nos iremos a casa, tú vida no puede pausarse por un evento tan desafortunado como este, esa no es mi hija.
— ¿Evento desafortunado?- me encontraba molesta por su presencia y aún más por sus palabras- esto sin duda no es solo un evento... cambió toda mi vida y no espero que lo entiendas.
— Hay una cosa que no has entendido, tú eres mi hija y detrás de este drama tuyo hay una industria a la que tengo que sacar adelante y miles de personas a las que tengo que impresionar. Este teatro se acabó y no diré nada más al respecto, te quiero lista en diez minutos.
Sus palabras fueron una daga a mi pecho, recordaba mi niñez llena del amor de mi padre, uno que al parecer había dejado de existir.
Salió de la habitación dejando un vestido n***o sobre la cama y nos zapatos de tacón dorados, ¿cómo esperaba que luciera como una princesa?.
No quería tener que escuchar los reclamos de mi padre una vez más, así que me levanté, con las pocas fuerzas que tenía, mi cuerpo se sentía demasiado pesado y mentalmente sentía que había sido aplastada por un tren.
Exactamente diez minutos después mi padre regresó.
— Perfecto... esa es mi hija.
Lo miré con tristeza, no sabía en qué momento había perdido al hombre amoroso que había conocido.
Salimos de la habitación, fue cuando me di cuenta que mi padre no me tenía dentro de un hospital, todo adentro parecía lo contrario. Seguramente era una de las incontables propiedades que tenía a su nombre.
— ¿Es en serio papá?, ¿tanto te costaba tenerme en un hospital?
— No es por lo que crees, en el mundo real existe gente queriendo verme derrumbado, por supuesto que si alguien se enterara de tú situación podrían usarlo en mi contra.
— Lo cual no me sorprendería- dije demasiado molesta como para mirarlo, me adelanté y tomé el primer ascensor, asegurándome de bajar tan pronto que mi padre no pudiera ir conmigo.
Dentro miré mi rostro en el espejo que se encontraba detrás de mí.
Mi cabello de color castaño claro se veía reseco y sin vida, mi rostro estaba algo pálido y mis ojeras eran la evidencia perfecta de noches sin poder dormir. Mis labios se encontraban partidos y resecos y ni hablar de la profunda tristeza en mis ojos.
Había llegado al primer piso, cuando asomé la cabeza no había nadie afuera, así que decidí salir rápidamente.
En un pequeño descuido, tratando de ver que mi padre no estuviera detrás de mí choqué contra un hombre y caí al piso.
— Lo siento...- dijo él nervioso sin mirarme y sin ayudarme a levantar se perdió entre la oscuridad de la noche.