Ahí estaba de nuevo, sus manos se entrelazaban nerviosas entre ellas mientras el tic toc del reloj llenaba el silencio reinante en aquella casa. Respiró lentamente, sintiendo en cada bocanada que la fuerza le abandonaba más y más. ¿Cómo lo miraría a los ojos? Después de tantas cosas ocurridas entre ellos sentía vergüenza, primero por haber correspondido y segundo haberle negado verse. Sus piernas temblaban, se sentía como un adolescente enamorado en su primera cita, como si estuviera a unos minutos del altar. Cepilló sus cabellos con un poco de brusquedad, ¿dejaría que le penetrara una vez más? De solo pensar que le tendría entre sus piernas, que respiraría sobre su pecho, que su calor el embriagaría el corazón se le aceleraba de manera vertiginosa. Temía ver sus ojos, recibir una carici

