Cinco Minutos [Parte #1]

La música electrónica inunda la habitación, mientras arreglo la maleta con la ropa que he traído para pasar estas vacaciones. Pasé el verano con mi madre y su nuevo esposo en Nueva York, según ella para que me acostumbre, ya que asistiré a la universidad aquí cuando termine mi año sabático.  -Cariño, ¿necesitas algo? - pregunta mi madre recostada al marco de la puerta. -Estoy bien, ya casi termino - le guiño el ojo. Se esfuerza por sonreir, pero su rostro demuestra que está triste por mi partida, sus ojos están rojos y cristalizados, aguantando las ganas de llorar a toda costa. Mi madre es rubia igual que yo, a sus 38 años conserva su apariencia joven, ojos azules llenos de vida, cuerpo tonificado gracias al yoga. Toda ella desborda energia y catisma, creo que somos muy parecidas. Aunque ahora solo tenga un semblante de tristeza por lo dramática que es. -¿Tienes tu boleto de avión? - se acerca para ayudarme a cerrar la maleta. Tomo mis audífonos, celular y bolso de mano, ya está todo listo para irme. -Si, ya lo imprimí. Esta en mi bolso - señalo el que tengo en la mano. Caminamos despacio por la casa, solo se escucha el ruido del arrastre de la maleta,  ya que apagué  la música de mi  celular. Will, el esposo de mi madre, nos espera afuera en el auto para llevarme al aeropuerto. -Pude tomar un taxi - murmuro hacia mi madre. Sus lagrimas han empezado a caer por sus mejillas. A veces puede ser muy dramática, aunque entiendo que me extrañe, soy su única hija y solo puede verme unas cuantas veces al año. -Así estaré un poco mas de rato contigo. - acomoda un mechón de cabello tras mi oreja. Solo le sonrío y entramos juntas al auto. El camino se hace largo gracias al silencio dentro del vehículo, solo pueden escucharse los sollozos silenciosos de mi madre y el tamborileo de mis dedos en el posabrazos. Cuando tenía 5 años, mis padres se divorsiaron y mamá se vino a Nueva York, dejandome con mi padre. A esa edad daba lo que fuera por pasar  aunque sea un segundo con ella, pero con los años dejó de importarme tanto y me acostumbré a vivir sola con mi padre. Él  y yo somos un equipo, lo amo con todo el corazón. Mamá se casó con Will tiempo después del divorcio, porque sí, él fue la causa. Es un hombre de su misma edad, todo acuerpado, rubio y de ojos azules, son tan parecidos fisicamente y en personalidad que patecen hermanos, eso a veces me repugna. Se notan que son felices, se besuquean cada que pueden y siempre andan riendo, me dan diabetes de solo verlos. Llegamos al aeropuerto, mi madre parece estallar en llanto, dejándome sin nada que decir. -Te voy a extrañar mucho mi niña - solloza - ¿Vendrás para navidad? -Pregunta esperanzada. -Vendré para acción de gracia, lo prometo  - aseguro.  Sus ojos se iluminan y me abraza como si fuera la ultima vez que me verá. Eso lo hace siempre, la recibo con gusto, hasta que se van para que yo pueda confirmar mi vuelo y llevar mi equipaje. Solo me queda despedirme con la mano mientras se alejan. Respiro profundo, por fin me iré a casa con mi padre. Estoy tan acostumbrada a vivir con él, que pasar estos meses separados me ha hecho extrañarlo un montón. Mi celular suena anunciando una llamada entrante de mi padre. Ya se había tardado. -Hola pa - hablo primero. -¿Como esta la niña mas bella del mundo? - Pregunta en tono meloso. -Bien, ya registré mi equipaje. Mi vuelo sale en una hora. - aviso. -Estaré allí cuando llegues, princesa. Tengo una junta, pero prometo salir rápido para recogerte. -Puedo tomar un taxi y verte en la casa. - no quiero que deje su trabajo tirado. -Nada de eso, señorita - me reprende - así tenga que dejar la junta tirada, iré a recogerte. Ruedo los ojos. A veces puede ser muy terco. -Esta bien, te dejo, iré a comprar unos dulces para el camino. -Ok, besos. - se despide. -Te quiero - corto la llamada. Me quedo mirando la pantalla un rato mas. Extraño mucho a mi papá, el es mi Príncipe azul y yo su bebé consentida, aunque las demás personas le tengan miedo por su cara de malo y carácter de mierda. Es intimidante por ser ex oficial de la marina. Es alto, musculoso y calvo, si no sonríe parece un perro rabioso, se ha ganado el miedo de mis amigos por eso. Un mensaje llega justo antes de que guarde el teléfono. Nicole: Amiga, ¿a que hora llega tu vuelo? Ian está histérico. Sonrío al leer el mensaje. Ian es mi novio y Nicole mi mejor amiga, ambos no se toleran, pero se hablan por mi. Sky: Creo que llego como a las 9:00 pm. Pasa un rato hasta que llegue otro mensaje, esta vez de Ian. Ian: Amor, ¿como es eso de que llegas a las 9:00 pm? ¿Entonces no te veré hasta mañana? Sky: Puedes ir a mi casa cuando quieras. Ahogo una risa, ya se que dirá que no. Le tiene mas miedo a mi papá, que a cualquier otra cosa.  Ian: Aprecio tu oferta, preciosa. Pero prefiero conservar mis pelotas en su lugar. Gracias. Te veo mañana. Mi padre lo castraría si lo llega a encontrar en mi casa después de las 9. No le respondo mas, porque así somos, nada de Te amo o alguna cursilería como esas. Somos una clase de novios muy distinta. Mientras espero, juego en mi celular, miro mis r************* y escucho música en mis audífonos. -Pasajeros del vuelo 92 con destino a california, por favor abordar por la puerta 6. - se escucha en los altavoces, apenas audible ya que tengo los audífonos puestos. Esa es la señal de que debo abordar el avión con destino a casa. En cuanto estoy en mi asiento, no pasa ni una hora cuando caigo rendida. ******** -Señorita, ya vamos a aterrizar -la azafata me despierta con un movimiento en el brazo. Parpadeo un par de veces para que mis ojos se acostumbren a la luz. Miro por la ventana las luces de la ciudad, el cielo está oscuro, pero la ciudad iluminada como árbol de navidad. Es lo que amo de los Ángeles. Los pasajeros son recibidos por sus familiares y yo no tardo en encontrar al mio gracias a que tiene un gigantesco arreglo de globos consigo, junto con un cartel de "Bienvenida a casa". Lo abrazo con fuerza, ignorando las miradas de los demás. Recibo un beso en la frente cuando nos separamos. -Te extrañé - digo emocionada. -Y yo a ti - pasa su brazo por mis hombros. -¿No crees que exageraste un poco con los globos? - pregunto viendo que las personas nos miran. Sonríe con arrogancia. -Ni un poco, cariño - murmura mirando al frente. El camino a casa se llena de anecdotas sobre mi perrito loki, las citas fallidas que ha tenido y mis relatos sobre Nueva York. Aunque todo ya nos lo hayamos dicho por teléfono, nada se compara con una conversación real. Llegamos a nuestra casa ubicada en la playa de Malibu. Al llegar noto que todo está apagado, lo cual me extraña, asi que enciendo la luz. -¡¡SORPRESA!! - gritan todos al unisono. -Pero que mier... - llevo mi mano al corazon. Casi me da un infarto por la sorpresa. Hay un montón de gente en la casa, tanto conocidos, como desconocidos, todos con una sonrisa en el rostro. Toda la estancia esta adornada con globos y un cartel similar al que tenia mi padre en el aeropuerto. -¿Te sorprendimos? - pregunta mi papá detrás  de mi. -No tienes idea - respondo aun agitada. Me abraza y sonrie a los invitados. -Amiga, espero no te enojes conmigo - escucho la voz de Nicole. Me suelto del agarre para abrazarla ahora a ella. -Te extrañé un montón - murmuro. -Y yo a ti, amiga - me abraza mas fuerte. - ¿Y para mi no hay abrazo? - se acerca Ian. Salto encima de él, rodeando su cadera con mis piernas, sin importarme lo que digan los demás lo beso apasionadamente. Extrañaba su cercanía, sus besos, sus caricias. Puede que no tenga un físico monumental, a sus 18 años su apariencia siempre es tierno como un joven de su edad, ni tan niño, ni tan maduro. Una fingida tos proveniente de mi padre nos hace separarnos. - Bienvenida a casa, princesa - murmura Ian. -¿Tu sabias de esto? - lo miro con falsa molestia. -Recién me invitaron - se escusa. Volteo a ver a mi papá, quien se encoge de hombros en señal de inocencia. Sonrio ampliamente. La música es perfecta, hay alcohol y personas que me agradan. Extrañaba mi vida normal. La noche transcurre con normalidad, algunas copas en mi sistema, gotas de sudor en mi frente a causa del baile y risas por todas partes. -Sky, ven un momento - grita mi papá a través de la música. Estoy agitada por bailar tanto. Me lleva de la mano hasta el balcón que da vista a la playa, donde se encuentra una pareja sonriente. -Ellos son los señores Black. - presenta - los nuevos vecinos de al lado. Me quedo sin palabras, aunque creo que es por el alcohol. El señor Black, si es que se le puede llamar señor, ¡Es guapísimo! Tiene un fisico que provoca suspirar, se le nota los músculos trabajados a traves de esa delgada camisa de seda, sus ojos ¡Dios, que bellos son! Tiene una fina barba que lo hace ve jodidamente sexy. Y sus labios... Uff, Creo que me mojé. -Mucho gusto - lo escucho decir. ¡Su voz es la gloria! Es tan profunda y sexy que podría ocasionarme un orgasmo solo escuchandolo. -Un... Placer - digo tragando grueso. No seas tan obvia, Sky. Me reprendo mentalmente. -¿te ha gustado Nueva York? - pregunta la pelirroja a su lado. -Eh, si supongo - respondo si  dejar de mirar a su esposo. No me importa ser descortez, ¡Este hombre es hermoso! Ella sigue parloteando algo sobre Nueva York y que ella vivía allá. Yo simplemente no le presto mucha atención, solo miro a sexy castaño que no despega los ojos de mi padre y la conversación con su esposa. ¿Cuantos años tendrá?  No debe ser muy mayor. -¿Tienen hijos? - todos voltean a mirarme y alli es cuando me doy cuenta de que hice la pregunta en voz alta. -No, pero estamos buscándolo - responde la mujer con aires de superioridad. Tengo ganas de rodar los ojos, pero solo sonrío y asiento con hipocresía. - No quiero ser grosera, pero me voy -si  esperar respuesta me alejo de ellos. Busco rápidamente a Ian, lo encuentro en la barra de bebidas tomando wiski, llego hasta donde está  y junto nuestros labios antes de que pueda reaccionar. Tengo tanta energia acumalada por descargar que miro el armario mas cercano y lo arrastro para un rapidin sin que los demas se den cuenta. Con lo ebrio que ya se encuentra, no pregunta ni cuestiona nada, mientras yo busco mi liberacion, no puedo apartarme de los pensamientos, o apartar de mis pensamientos esa mirada de ojos grises que acabo de conocer y que al parecer su dueño se a convertido en el protagonista de mis sueños humedos.