Diario de una madre soltera

CAPITULO 4

Estaba muy aburrida de estar escuchando a Kevin y Andrés hablar de cosas de carros y motos, era la única mujer que había decido ir con ellos, pero en ese momento me estaba arrepintiendo por completo.

- ¿Me puedes acompañar a fumar?- Le dije a Andrés, el lugar donde habíamos ido, era un poco solitario las calles.

- ¡Claro! Vamos yo te acompaño- Tenia que tomar aire, la verdad estaba sofocada de ese ambiente, me preguntaran ¿Por qué no le dije a Kevin? Porque estábamos en el bar de un amigo de él y en ese momento se había ido hablar con su amigo y nos había dejado a los ahí.

Ya estábamos afuera, hablando de todo un poco, estaba conociendo un poco mas de él, no voy a decir que fue amor a primera vista, porque realmente no lo siento así, solo digamos que fue… una conexión, en ese momento sentía una conexión con él. Algo de lo que a veces no sabes explicar.

Decidimos irnos de ese lugar para otro, pues el amigo de Kevin ya iba a cerrar el bar y ellos todavía querían seguir con la fiesta, yo me sentía cansada, era lunes y al día siguiente había que madrugar para ir al trabajar, otra vez me dirán ¿Por qué no te fuiste? Y no sabré que responder a esa pregunta… me imago que es como dirá mi abuela… ¨buscando lo que no se me había perdido¨

Puedo decir que después de mucho tiempo entendí esa frase, cuando uno va adquiriendo mucho más madures, cuando se estrella en la vida, entiende muchas de las cosas que los padres le dicen, uno piensa de joven que solo querían molestar y que nos sobreprotegían, pero no es así, ellos solo no querían que nos lastimaran y como ya tenían experiencia de la vida, solo intentaban que sufriéramos lo mas mínimo.

Otra vez estaba ahí, en medio de tres hombres que solo hablaban de carros y motos, y yo solo podía mirar, ya tenia unos tragos en la cabeza, así que las cosas que me preocupaban antes ya no lo hacían en ese momento.

- ¿Me acompañas a fumar?- Volví a preguntarle a Andrés, era el único que me prestaba atención porque Kevin como ya estaba borracho solo quería hablar con su amigo.

- ¿Por qué fumas tanto? Hemos salido varias veces- No sabia que decir, era un mal habito que tenía cuando salía a tomar alcohol o cuando me sentía estresada, supongo que ese era mi vicio y solo usaba esas excusas para disimularlo.

- Es un mal habito que tengo ¿Por qué? ¿No te gusta que fume?

- No, una mujer pierde la feminidad cuando tiene un cigarrillo en la mano, además quedas oliendo a eso… a cigarrillo.

- ¡Oh! Ya veo… eres de los que piensa que una mujer no puede fumar, pero un hombre si- Me fui acercando un poco más, no me pregunten ¿Por qué lo hacía? No sabré darles una respuesta, simplemente ya no me pertenecía y me estaba dejando llevar, digamos que le voy a echar la culpa al alcohol.

- No te aconsejo que te me acerques tanto, pueda que no responda por lo que haga…- sentí un leve calor en mis mejillas.

- ¿Qué me puedes hacer?- Pregunte creyendo que era solo un juego, creyendo que seria esa noche y ya… en mi menta nada pasaría más allá de esa noche, que equivocada estaba.

- ¡No me retes!- Lo vi decirme muy seguro de si mismo.

- No te puedes enamorar… esto solo es un juego- Que ilusa fui… que arrogante fueron mis palabras, sentía que yo era la que tenia el control de la situación cuando solo era parte de su juego.

- ¡Eso te digo a ti!- En eso pasó al lado de nosotros unos tipos un poco desalineados, y él me tomo por la cintura y me trajo mas hacia él. Mi cuerpo se estremeció al sentir sus manos.

- Gracias- Le dije con un poco de timidez, no sabía a donde había quedado la Cristal decida y empoderada de hacia unos minutos atrás.

- Te podrían haber secuestrado… y para eso mejor te secuestro yo- Note la leve sonrisa que se le dibujo en su rostro, ese rostro que parecía tallado por los mismos dioses ¿Quién no se derretiría por un hombre así?

- ¿Me vas a secuestrar?- Pregunte fingiendo valentía…

- Ya te dije que no me tientes, no respondo por lo que pueda ser capaz de hacer-Debo decir que estaba dispuesta a ser capaz de entrar en ese juego, sabia que si uno juega con fuego se puede llegar a quemar, pero no me importó.

Me le fui acercando más y más, desafiante, creyendo que podía con todo, cuando realmente no podía con nada, ¡Que estúpida fui!

sentí como paso su brazo por mi cintura, me atrajo hacia él, y mi mente quedo en blanco en ese momento, solo sentí sus labios posarse sobre los míos, sentí que mis piernas flaquearon, pero me deje llevar por ese momento, por ese beso, el beso que cambiaría mis próximos días y vida de ahí en adelante.

Era un beso suave, tranquilo, él jugaba con mis labios y poco a poco fue con su lengua abriendo mi boca, y yo me dejaba llevar, le abrí mi boca y deje que su lengua jugara con la mía, sentía como me abrazaba mas fuerte, y yo solo pase mis brazos por su cuello y también me aferre a él.

Nos separamos a coger aire, nos quedamos unos minutos mirándonos a los ojos, mi corazón latía fuertemente, tenia mis sentidos alborotados, no sabia si sentirme en el cielo o en el mismísimo infierno.

Después de ese beso, no nos separamos mas en toda la noche, terminamos de tomar y salimos de aquel lugar, podría decir que esta historia comenzó en un bar de mala muerte.

Llevamos a Kevin a su casa porque estaba demasiado tomado, no se pertenecía, y no era buena idea dejarlo ir solo, así que tomamos un taxi para dejarlo a él en su casa y nosotros seguir, cualquier persona que nos viera hubiera pensado que éramos pareja de muchos años cuando la realidad era otra.

…

Estábamos en su habitación, Dios pero que rápido paso todo… ya no era solo un beso, ahora eran las caricias de sus manos sobre mi cuerpo, como jugaba con mi cabello, sus besos recorrían cada parte de mí.

El cuarto estaba oscuro, y solo entraba una pequeña luz que venía de la calle… era un silencio donde solo se escuchan los besos, comienza a quitarme la ropa lentamente, me quito la blusa que llevaba, luego el top que traía, y ahí comenzó a darme besos en mi pecho, dando pequeños chupones en mis senos, me estaba excitando, yo comencé a darle besos en su cuello, quité su camisa.

Hubo un momento donde nos detuvimos a mirarnos a los ojos, y ahora que lo pienso debí haber parado ahí, debí haber tomado mi ropa y salido de esa habitación, pero no lo hice, y ya no había marcha atrás, ya no puedo quejarme de lo que paso, fueron mis decisiones, nadie me obligo a nada, no puedo culpar a nadie, porque debía ser yo la que parara ahí.

Nos dejamos llevar por la noche, consumimos nuestros cuerpos, nos entregamos uno al otro sabiendo que en nuestras vidas ya había alguien, aunque para mi no era tan importante Will debí haberlo respetado, y él también debió haber respetado a la mujer que tenia al lado.

Pero esa noche simplemente nos dejamos llevar por nuestros deseos oscuros, pensando que solo seria un juego, algo de una sola noche, no pensamos en las consecuencias de nuestros actos, las personas que saldrían lastimadas, pero sobre todo no pensé en el daño que me estaba haciendo yo misma, no me di mi valor, no me respete, otra vez volvía a los mismo de hace algunos años, estuve con alguien que nunca seria mío.

Después de ese momento de pasión, cuando ya nuestros cuerpos dejaban de ser uno para nuevamente los ser dos, nos quedamos acostados en la cama, ya era de madruga y yo tenia que volver a casa, quise dormir un poco, pero no pude, así que me despedí y regresé a casa.

…

Al llegar a casa, no quería pensar en nada de lo que había pasado, había decidió solo vivir ese momento y ya después enfrentaría lo que venía, que en ese momento no sabia que sería tan difícil.

Puedo parecer que me vivo quejando de las cosas que hago, pueden decir hace las cosas creyendo que no tendrán consecuencias, entonces cuando se da cuenta que si las tiene ¿Para que se queja? Realmente no me quejo de todo, escuche alguna vez que no puede ser un error aquello que te hizo feliz en su momento.

Pero pienso en estos momentos que, si no me hubiera dejado llevar, que, si hubiera aguantado la calentura, quizás me hubiera ahorrado muchas cosas, pero vuelvo y lo hecho, hecho está… y como dice un dicho por ahí ¨no se puede llorar sobre la leche derramada¨

…

Me levanté como todos los días para ir a trabajar, me alisté y Sali de la casa, por lo general como vivía acomplejada de mi cuerpo no desayunaba, tenia el mal vicio de fumarme un cigarrillo cada mañana y ese era mi desayuno.

Llegue a la oficina, salude como todos los días, pero venia cargada de vergüenza, los efectos de la resaca comenzaban a salir, y las preguntas también, ¿Qué fue lo hice anoche? ¿Cómo pude hacerlo? ¿En que estaba pensando?  ¿Me volví loca? ¿Ahora que hago? ¿Cómo lo miro a la cara sin sentir vergüenza? Era como tener dos voces en mi cabeza…

La que se hacia todas esas preguntas, la mas racional y la que sentía vergüenza y la que decía ¡No pasa nada! Hagamos que nada paso y sigamos nuestras vidas, eso solo fue algo de una noche y listo.

Había llegado mas temprano de lo normal, me fue mi cigarrillo como de costumbre y entre… solo estaba el jefe así que debía hacer algo para que me dejara irme para mi casa, no encontré otra excusa que decir que tenia un fuerte dolor de cabeza… que no me lo aguantaba, aunque no era del todo una mentira, tenia un fuerte dolor de cabeza.

Logre que el jefe me dejara ir de vuelta a mi casa, y realmente lo agradecía, tenía mucha vergüenza, así que quiera relajarme un poco antes de verlo a la cara, y asumir las consecuencias de lo que había pasado esa noche.

Había pasado todo el día durmiendo, quería paz y tranquilidad así que puse mi celular en silencio y lo dejé aun lado de mi cama, cuando abrí los ojos ya se había hecho de noche, sentía que no había dormido nada… así que cogí mi celular a ver quién me había escrito.

- ¡Hola! El jefe me dijo que te habías sentido mal y que te fuiste a la casa… ¿No será que tienes resaca? - ¿Qué? No podía creer era él, me lo imaginaba diciendo eso con una sonrisa burlona, esa que suele hacer cuando comienza a molestar a alguien.

- ¡Tenia dolor de cabeza!- Le respondí.

- ¿No será que tenias miedo de darme la cara por lo que paso anoche?- Me había descubierto… pero no podía darle la razón, eso seria admitir que él había ganado en el juego que yo misma cree.