Brenda viene a mí, agita unas hojas de manera animada mientras repite que la letra es hermosa y que no puede esperar para el día de la presentación. Aparto mis manos del piano sorprendido, abandonando la música que logra calmar cada uno de mis pensamientos ahora alterados, y observo a la niña ¿qué hace ella aquí? Las clases han terminado hace una hora, debería estar en casa.
Ella parece ignorar las horas, la soledad de la escuela. Sus ojos brillantes permanecen fijos en mí y sus pequeñas manos arrugan el papel.
"¿Qué haces aquí, Brenda?" Preocupado la miro, me giro en mi asiento y apoyo las manos en mis rodillas. Ella no deja de sonreír y simplemente alza los hombros con naturalidad "Seguro papá olvidó venir por mí" La manera en que lo dice me sorprende más, es como si fuera algo común, como si el hecho de olvidarle hiciera parte de la rutina ¿Cómo puede ese hombre ser así? ¿Cómo puede ella asumirlo de ese modo?
"La canción, profesor" Agita nuevamente la hojas frente a mí, como si de ese modo pudiera olvidar la tristeza que genera el olvido de su progenitor "Like a star" Creo que la música es su escape, tiene talento de sobra, se apropia de las canciones y las expresa de una manera enternecedora capaz de alcanzar cualquier corazón. En pocas palabras: es una promesa. Una promesa que quiero ayudar a cumplir.
Recibo los papeles con orgullo y leo por encima esas letras que conozco de memoria, me he esmerado en componer una buena canción para el recital dedicado a los padres, que recopile todo aquello siento es lo correcto; es un evento que he estado organizando con esmero junto con otros maestro y he concedido a Brenda la actuación de cierre, el estelar. La miro a los ojos, está expectante, emocionada, con sus pequeñas esperanzas en ese evento para el que ha entrenado con tanto amor.
"¿Verdad que saldrá bien?" Regreso mi atención en la niña y asiento con una sonrisa. Nada podrá arruinar ese maravilloso día. "Serás la más hermosa de todas" El brillo en sus ojos aumenta, conduce las manos a su pecho con una emoción que me conmueve. A veces quisiera tener una hija como ella.
En ese momento mi pensamiento se nubla, saber que una niña tan dulce tiene un padre tan descuidado me llena de ira y resentimiento. No puedo olvidar aquella tarde en la que hablamos, esa en la que apenas presto atención a mis palabras, como si no fuera con él y su hija. Parece que no conoce a su propia hija. Es su abuela y tío quienes están realmente al tanto de ella, quienes hablan conmigo cuando solicito la presencia de un familiar ¿Acaso no se da cuenta de lo que ella necesita?
Desde ese día no ha vuelto, ¿cuánto ha pasado? ¿Dos semanas? Más tal vez. El caso es que no me extraña su ausencia.
Brenda ha sido mi mejor alumna, desde el principio demostró un talento excepcional que no pude ignorar y la tomé para entrenarla de manera personalizada. En recesos ensayamos, todo momento es perfecto para hacerlo. En esos lapsos de tiempo fortalecimos nuestra relación, ella empezó a hablarme de su familia, de esa madre ausente y ese padre que apenas le llenaba de amor. Siento pena por ella, a pesar de necesitar tantas cosas se conforma con lo que su padre puede ofrecerle. Ese imbécil no sabe lo afortunado que es.
Procuro cuidarla y llenarla de ánimos, de explicarle y tenderle mi mano para que no sienta la soledad, pero no siempre estaré ahí para ella. En algún momento nos separaremos.
"¿Crees que papá venga?" Sello mis labios, no sé qué responder ante ello. El recuerdo de ese hombre viene a mi mente y no puedo dejar de pensar en que lo he visto en algún sito, pero no recuerdo dónde. Su silueta se acumula en mi mente hasta abrumarme, por momentos su imagen se queda más tiempo del que deseo y aquello me molesta.
"Sé que vendrá" Respondo, no debería mentir de este modo, ¿pero cómo romper su ilusión? Le doy un toque del hombro, tomo mi mochila y extiendo mi mano para llevarla conmigo "Más bien vayamos a comer un helado"
Ella asiente, animada va conmigo por los pasillos contándome sus expectativas, sus aventuras de niña que empieza a conocer el mundo. Vamos a la heladería que queda al frente, quiero distraerla mientras alguien aparece, mientras alguien se acuerda de ella. Miro la hora en mi celular preocupado ¿cómo puede ser así?
"¿Cómo está Poteto?" Poteto es mi gato, una hermosa bola de pelos persa que me recibe entre maullidos y ronroneos que me desarman. "Engordando" Respondo.
Ella ríe suavemente pero se detiene luego, veo que se queda mirando el horizonte dando pequeñas lamidas a su helado.
"Están tardando" Noto la tristeza en su voz.
"Seguramente a tu abuela se le presentó algo" Trato de excusar a aquellos que no lo merecen " Tu tío Taylor debe estar ocupado por el trabajo, sabemos que no la tiene fácil y tu papá..."
"Debe estar pintando" Cabizbaja mira el suelo y deja su helado en el aire. Quiero consolarla, decirle que es normal en toda familia esas situaciones, que los compromisos llaman, que las responsabilidades demandan, pero no me siento capaz. Aprieto mi helado, quiero estrangular a su padre, a ese idiota bueno para nada que deja a un hermoso ángel de lado.
Aparto mi mira impotente, mordiéndome la lengua para no hablar de más. Luego de un rato nos dirigimos a la entrada de la escuela, con la esperanza de que alguien aparezca. Estamos en otoño y el cielo se cubre de parches grises que amenazan con culminar en lluvia. Zapateo impaciente, no me importa mi salud pero la de Brenda sí. Me importa ella y sus sentimientos que deben estar desmoronándose. Miro la hora: dos horas de retraso.
"¿Crees que el venga al recital?" Parto mis labios para brindarle una respuesta, sin embargo, suena el claxon de un ato y me abstengo.
Él está allí.
Ha venido por Brenda.
Demasiado tarde lo ha hecho.