Obsesión de otoño

XII. RYAN

Brenda, a diferencia de los otros niños, presta mucha atención a clase, se recuesta hacia adelante en y mantiene el lápiz de color en su pequeña mano empuñado para escribir. Creo que es lo que más me gusta de ella. Termino de anotar unas cuantas notas en el tablero antes de poner punto final, girarme y murmurar unas palabras de despedida. Cuando suena la campana se escuchan seguidos leves gritos, de manera automática los niños empiezan a recoger sus pertenencias apresurados.

Me acerco a mi escritorio y los imito con poco ánimo, con la esperanza de llegar pronto a casa y zambullirme en la cama a dormir. Una vez todos están listos, salimos del aula en grupo, Brenda caminando a mi lado. Al llegar a la salida los niños corren a sus padres que van llegando de a poco, excepto Brenda que se aferra a mi mano como si temiera separarse. "¿Cree que venga hoy también?" dice.

 "Yo creo que sí. Lo ha estado haciendo" 

Alexander ha estado viniendo todos los días por ella, a tiempo, que es lo sorprendente. Es como si quisiera alejarme de Brenda, como si no quisiera que fuera a mi apartamento ¿acaso he hecho algo que le molestara? Después de aquel pequeño altercado, si puedo llamarlo así, apenas me dirige la palabra y se marcha así como llega. No entiendo la causa de su enojo, he repasado ese día y estoy seguro de no haberme comportado de manera grosera. Aprieto mis dientes con inquietud ¿no pudo ser aquella conversación, o sí? No era algo importante, o al menos para mí. Lo que sea no justifica su comportamiento un tanto pueril y egoísta.

Pero dejo de pensar aquello, ese hombre no es mi problema en lo más mínimo.

Balanceo la pequeña mano de manera juguetona. Tomamos asiento a un lado de la reja, en el muro que sobresale, y empezamos a esperar como hacíamos antes. Los otros niños salen de sus clases, juegan y se van marchando en grupos o con sus padres. Veo mi reloj, lleva diez minutos de retraso.

"Profesor, vayamos a su apartamento" Dice la niña. La mirada inocente que me dirige logra desarmar cualquier negativa en mí, sin embargo, no me parece tan buena idea llevar a Brenda a casa, no después de ese hecho con el señor Clark. Siento que ha estado extraño y no quiero empeorar la situación con él.

"Esperemos un poco más, sé que llegará." Asiente. Todo empieza a transcurrir de manera lenta, hago sonidos con la boca y Brenda por momentos me imita, zapateo, juego con mis manos y, a veces, muerdo mis uñas. Indeciso muerdo mi labio y miro la hora en el celular con impaciencia. "Vamos a su apartamento" Dice Brenda, al no ver una señal de vida por parte de su padre.

Termino aceptando. No sé por qué lo hago, pero es así.

Brenda grita y juega con Poteto a mi alrededor. Apago la estufa y bajo el chocolate que he preparado. Sirvo dos tazas y en un plato riego un paquete de galletas que lleva almacenado una semana. Al verme, la niña emite un sonido de alegría y toma asiento esperando ese poco nutritivo majar que he preparado.Juntos empezamos a beber con sonrisas, entre bromas.

"Profesor, ¿dónde está su mamá?"

Aparto mi taza vacía, anonado por su pregunta que me toma con la guardia baja. Brenda no tiene mamá y probablemente esa pregunta es la simple curiosidad moviéndose en ella. Sin embargo, sé que eso tiene un origen.

"Ella vive con mi padre en Jeju. Quieren pasar su vejez allí" Digo suave.

Ella asiente, con una débil sonrisa.

"Mamá nos abandonó" Dice. Guardo silencio, no me siento capaz de decir algo adecuado ni en la posición de aconsejarla "¿Por qué las mamás abandonan a sus hijos?"

Titubeo, mis dedos se mueven nerviosos y termino apretando mis manos entre ellas, un nudo se forma en mi garganta. Llevo mi mano a los cabellos de la  niña y los acaricio "No lo sé" me sincero "Yo no sé qué es tener hijos"

Ella asiente, mira la taza que tiene al frente y bebe un poco más de chocolate. La observo y siento que el cariño despierta nuevamente en mí. "Debe ser bueno tener todavía a su mamá ¿cierto?" Asiento. El sonido de la puerta nos hace dar un pequeño salto y por primera vez me alegro de que ese hombre llegue, me pongo en pie y abro la puerta.

"Hola" dice.

"Hola, señor Clark" Hago una reverencia. Pasa sin mirarme, sin notar mi existencia. Se acerca a la niña y da un beso en su frente "Lamento la tardanza" La respuesta es una sonrisa y un abrazo de oso del cual él se suelta al rato "Toma tus cosas, tenemos que irnos"

Al escuchar aquello algo de nuevo se remueve, aúlla, gime. Me abrazo a mí mismo y ladeo mi rostro resignado a que las cosas son así, a que no soy parte de ellos. "Tengo que ir al baño" Dice Brenda con una mueca, antes de dejar que su padre diga algo se marcha, dejándolo con la palabra en la boca.

El aire se vuelve difícil de respirar, siento la tensión viva y que las palabras no caben en medio de nosotros. Doy un paso queriendo aligerar mi cuerpo e ignorar el choque que es evidente. Quiero  saltar por la venta. Miro a Alexander, le veo el gesto impaciente, aquello me irrita ¿no debería pensar más en su hija? "Brenda me ha hablado de su mamá" No sé porque digo aquello, pero cuando me doy cuenta, Alexander me mira. "¿Por qué le abandonó?"

Las respuestas son para ella, no para mí. Si supiera un poco más, podría hablar sin miedo y explicarle todo aquello que tal vez no sabe por su inocencia. Pero su padre no parece pensar así.

"No es tu problema. No te metas en mis asuntos ni los de mi hija"

No esperaba la historia, pero tampoco eso.

Quedo sin palabras. Brenda regresa y nos mira, pero Alexander la toma de la mano dispuesto a desaparecer. "Papá, vi el mensaje de tía Alice ¿Por qué  buscas hombres?" La expresión del hombre se convierte en un poema confuso de leer.

Veo sus mejillas teñirse y mirarme de reojo ¿Busca hombres? ¿Qué clase de ejemplo da a su hija? Quiero abofetearlo por ser así, de verdad, ese hombre es lo peor. No digo nada al respecto. Alexander sella sus labios y se la lleva, no necesito explicaciones.

Me quedo solo nuevamente.

A veces es mejor así.