ME ENAMORE DE MI SUMISA

CAPITULO 5 Eres demasiado altanera

Sentir el toque de su mano en la mía, me hizo sentir una extraña sensación, era como si un fuego recorriera todo mi cuerpo, la piel se me erizó, mi corazón comenzó a latir rápidamente, el solo escuchar su voz, hizo que mi cuerpo temblara, era como si algo dentro de mi se hubiera encendido al verlo a él, tenía esta extraña sensación recorriendo todo mi ser.

-Emily ¿Qué pasa? – La voz de Ava me había sacado del transe en que estaba.

Yo lo miré algo desconcertada - ¿Eh? – Le pregunté. Ella me señaló que aún seguía con la mano de este hombre agarrada, él me observaba con una sonrisa maliciosa.

-Creo que trata de decirte que ya puedes soltar mi mano – Escucharlo decirme eso hizo que todo mi cuerpo vibrara ¨¿Qué te pasa Emily? Es solo un tipo normal, un hermoso y sensual tipo, al que le gusta someter a las mujeres a su antojo ¿Por qué te pones así? ¨ rápidamente solté su agarre.

-¡Lo siento! – Le dije, y tomé asiento nuevamente.

-¡Hermano! Ella es Emily, una amiga de mi sumisa, quiere aprender a ser una buena sumisa, para encontrar a un gran amo, y pues… - Ethan hizo una pausa – Yo pensé en que tú serias un gran maestro, tengo que admitirlo, pero todas las grandes sumisas que han pasado por este lugar tú las has enseñado.

Vi como el tipo arqueo una de sus cejas me miró fijamente, tenía un mirada fuerte, fría, penetrante, me observo de arriba abajo, yo me sentía algo incomoda, era como si me estuviera evaluando de pie a cabeza. El tipo después de mirarme por unos minutos dirigió su mirada a Ethan nuevamente.

Llevó una de sus manos a la barbilla y le dijo – Hermano, siento decirlo, pero no puedo hacer eso, no puedo enseñarle – Yo abrí mis ojos, no entendía por qué decía que no podía ¿Asi tan fea era?

Ethan como que tambien se sorprendió – ¿Qué? ¿Por qué hermano? Nunca te has negado a entrenar a una sumisa ¿Qué pasa? – Yo tragué con dificultad, yo tambien me moría por saber por qué se negaba.

Noah lo pensó por uno segundos – Simplemente no creo que pueda hacer nada por ella, es muy insípida y no le veo la madera para ser una sumisa, puedes buscarle a alguien más, hay miles de hombres aquí, sé que no se negaran hacerlo – Le dijo el imbécil como una sonrisa arrogante.

Di un largo suspiro, me levanté de la silla donde me encontraba y me puse al lado de ellos – No te preocupes Ethan, no hace falta que le ruegues a este patán para que me enseñe, yo tampoco quiero que lo haga, no es mi tipo y además es demasiado arrogante, odio a la gente a así… – Le dije con una seguridad que no sé de dónde me salió, pero no iba a dejar que nadie mas intentara humillarme.

Ethan y Noah me miraron asombrado - ¿Qué haces Emily? ¿Por qué hablas así? – La voz de Ava llamó mi atención, yo simplemente la miré, subí mis hombros, tomé la copa de vino que me estaba tomando y volví a sentarme.

Las horas pasaron y no veía a nadie que me gustara, además que no podía sacarme a él imbécil de Noah Brown de mi cabeza, ¡Maldita sea! ¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo dejar de mirarlo? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? ¿Por qué me afectó que se negara a entrenarme? El muy imbécil desde que había llegado se la había pasado con una chica de grandes curvas, al parecer era una de sus sumisas, por lo que me había comentado Ava era uno de los mejores amos que había en el club, todas las mujeres se morían por ser su sumisa, muy pocas lo lograban, pero no duraban mas de tres meses, pues terminaban enamorándose de él y él terminaba por dejarlas.

-¿Qué tanto ves? – La voz de Ava me sacó de mis vagos pensamientos.

La miré - ¿Eh? No, nada – Le dije algo nerviosa.

Ella me miraba incrédula – Desde que llegó Noah no has parado de mirarlo, y no pienses en negármelo, te conozco demasiado además que te he observado toda la noche – Tomó una de mis manos – Yo tampoco quiero que él te enseñe, Noah Brown es un infierno al cual no quiero que entres, porque sé que no sabrás como salir de él.

Yo miré extrañada a Ava, no entendía sus palabras ¿Por qué me decía eso? – Puedes estar tranquila, no voy a entrar a ese infierno – Le di una sonrisa y me levanté – Voy al baño, no demoro.

Caminé por entre las personas, este lugar era algo de otro mundo, toda esta gente con estos fetiches raros, negué con mi cabeza, no creo que pueda encajar en este mundo, Ava tenia razón, es algo que no es para mí.

Estaba esperando a que el baño se desocupara, solo me encontraba yo en ese corredor, cuando siento que alguien me toma por la cintura y me gira bruscamente para que lo vea. Mis ojos se abrieron cuando pude ver quien era.

-¡Ey! ¿Qué crees que haces? – Intenté soltarme de su agarré, pero era más fuerte que yo.

Una sonrisa maliciosa se fue dibujando en aquellos labios – No tuviste miedo cuando me dijiste arrogante y patán ¿Y ahora si tienes miedo? ¿Es por que estamos solos los dos? – Tragué con dificultad, su fuerte agarre estaba haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera ¡Cálmate, Emily no te dejes intimidar!

Intenté recomponerme – No es miedo, solo que me tomaste por sorpresa ¿Ahora me puedes soltar? Me molesta que me toques – Le dije seria.

Vi como arqueo su ceja - ¿Te molesta que te toque? – Dio una sonrisa sarcástica – ¿Si ves a todas las mujeres que hay aquí?

Miré a mi alrededor y volví a mirarlo a los ojos – Si. ¿Y que con eso? – No sabía como estaba haciendo para sacar ese valor que estaba teniendo, pero esperaba que este momento acabara rápido, porque esa valentía se estaba esfumando entre sus hermosos ojos.

-¿Y qué? – Me dijo – Todas ellas se mueres porque las toque y tú que tienes ese placer ¿Dices que te molesta?

Yo tambien le di una sonrisa sarcástica – Pues… yo no soy como todas ellas – Le dije. Intentando soltarme.

-Pues deberías serlo, si quieres ser una buena sumisa – Me dijo acercando su rostro al mío, podía sentir su olor, era algo embriagante – Si fueras mi sumisa, ya te abría arrancado ese vestido, te hubiera sentado en mis piernas y te hubiera castigado.

Tragué saliva - ¿C-como m-me hubieras castigado? - ¿Qué me pasaba? ¿Por qué diablos tenia que preguntar eso?

Vi como una gran sonrisa se dibujó en su rostro - ¿Tienes curiosidad? No te imaginas todo lo que te podría llegar hacer si te entrenara como sumisa – Mis manos comenzaban a sudar – Serias una de las mejores, como todas las que he tenido – Acercó sus labios a los míos, comencé a hiperventilar, sentirlo tan cerca hacia que algo dentro de mi se encendiera, me moría porque me besara – Lastima que no quieres que te entrene.

Volví a tragar saliva – T-tú dijiste que no querías entrenarme – Como pude recobre la conciencia, intenté empujarlo, pero fue fallido mi intento.

Vi como me sonrió coquetamente - ¿Te molesto eso? – Bajó una de sus manos, la puso en uno de mis muslos y lo subió, dejándome solo con una pierna en el suelo y la otra cerca a su cintura, con su mano comenzó a hacerme un camino en el muslo, ese pequeño roce me estaba haciendo enloquecer - ¿Qué pasa? ¿Por qué no dices nada? ¿Te comió la lengua el león? Aunque debo decir que león aun no ha hecho nada, por ahora…

Yo lo miré a los ojos, intenté quitar cualquier pensamientos lujuriosos de mi cabeza - ¿Por qué tendría que molestarme? No me dejo afectar por comentarios de gente que no me interesan en lo más mínimo.

-¿Si? Si no te intereso en lo más mínimo ¿Por qué estas tan nerviosa? – Llevó una de sus manos a mi rostro y comenzó a acariciarlo – Tú cuerpo me dice otra cosa, y ese si no miente.

-¡No sé de que hablas! – Como pude bajé mi pierna y pude escapar de su agarre – Eres demasiado engreído y arrogante.

Me giré para irme. Cuando comencé a caminar, sentí que me tomó del brazo y me atrajo a él, podía sentir su pecho, su cuerpo estaba pegado al mío – Y tú eres demasiado altanera y respondona, hay que darte unas lecciones, para que sepas callarte cuando un amo te habla – Rodeo mi cintura con su brazo y me acerco más a él.

-¡Lo siento! Pero dijiste que no tenias ganas de entrenarme y por lo que entendí uno debe ser obediente a su amo y debo decir que tú no lo eres… – Como pude lo alejé y salí corriendo de ahí, si me quedaba unos segundos más, hubiera perdido todo el control que tenia sobre mi cuerpo ¡Diablos, Noah Brown! ¿Qué le estás haciendo a mi cuerpo?